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Camilo José Cela - La familia de Pascual Duarte - Letra Hispanica

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XVII<br />

Tres años me tuvieron encerrado, tres años lentos, largos como la amargura, que si<br />

al principio creí que nunca pasarían, <strong>de</strong>spués pensé que hablan sido un sueño; tres<br />

años trabajando, día a día, en el taller <strong>de</strong> zapatero <strong>de</strong>l penal; tomando, en los recreos,<br />

el sol en el patio, ese sol que tanto agra<strong>de</strong>cía; viendo pasar las horas con el alma<br />

anhelante, las horas cuya cuenta -para mi mal- suspendió antes <strong>de</strong> tiempo mi buen<br />

comportamiento.<br />

Da pena pensar que las pocas veces que en esta vida se me ocurrió no portarme<br />

<strong>de</strong>masiado mal, esa fatalidad, esa mala estrella que, como ya más atrás le dije, parece<br />

como complacerse en acompañarme, torció y dispuso las cosas <strong>de</strong> forma tal que la<br />

bondad no acabó para servir a mi alma para maldita la cosa. Peor aún: no sólo para<br />

nada sirvió, sino que a fuerza <strong>de</strong> <strong>de</strong>sviarse y <strong>de</strong> <strong>de</strong>generar siempre a algún mal peor<br />

me hubo <strong>de</strong> conducir. Si me hubiera portado mal hubiera estado en Chinchilla los<br />

veintiocho años que me salieron; me hubiera podrido vivo como todos los presos, me<br />

hubiera aburrido hasta enloquecer, hubiera <strong>de</strong>sesperado, hubiera mal<strong>de</strong>cido <strong>de</strong> todo lo<br />

divino, me hubiera acabado por envenenar <strong>de</strong>l todo, pero allí estaría, purgando lo<br />

cometido, libre <strong>de</strong> nuevos <strong>de</strong>litos <strong>de</strong> sangre, preso y cautivo -bien es verdad-, pero con<br />

la cabeza tan segura sobre mis hombros como al nacer, libre <strong>de</strong> toda culpa, si no es el<br />

pecado original; si me hubiera portado ni fu ni fa, como todos sobre poco más o<br />

menos, los veintiocho años se hubieran convertido en catorce o dieciséis, mi madre se<br />

hubiera muerto <strong>de</strong> muerte natural para cuando yo consiguiese la libertad, mí hermana<br />

Rosario habría perdido ya su juventud, con su juventud su belleza, y con su belleza su<br />

peligro, y yo -este pobre yo, este <strong>de</strong>sgraciado <strong>de</strong>rrotado que tan poca compasión en<br />

usted y en la sociedad es capaz <strong>de</strong> provocar- hubiera salido manso como una oveja,<br />

suave como una manta, y alejado probablemente <strong>de</strong>l peligro <strong>de</strong> una nueva caída. A<br />

estas horas estaría quién sabe si viviendo tranquilo, en cualquier lugar, <strong>de</strong>dicado a<br />

algún trabajo que me diera para comer, tratando <strong>de</strong> olvidar lo pasado para no mirar<br />

más que para lo por venir; a lo mejor lo había conseguido ya... Pero me porté lo mejor<br />

que pu<strong>de</strong>, puse buena cara al mal tiempo, cumplí excediéndomelo que se me<br />

or<strong>de</strong>naba, logré enternecer a la justicia, conseguí los buenos informes <strong>de</strong>l director..., y<br />

me soltaron; me abrieron las puertas; me <strong>de</strong>jaron in<strong>de</strong>fenso ante todo lo malo. Me<br />

dijeron:<br />

-Has cumplido, <strong>Pascual</strong>; vuelve a la lucha, vuelve a la vida, vuelve a aguantar a<br />

todos, a hablar con todos, a rozarte otra vez con todos.<br />

Y creyendo que me hacían un favor, me hundieron para siempre.<br />

Estas filosofías no se me habían ocurrido <strong>de</strong> la primera vez que este capítulo -y los<br />

dos que siguen- escribí; pero me los robaron (todavía no me he explicado por qué me<br />

los quisieron quitar), aunque a usted le parezca tan extraño que no me lo crea, y<br />

entristecido por un lado con esta maldad sin justificación que tanto dolor me causa, y<br />

ahogado en la repetición, por la otra banda, que me fuerza el recuerdo y me <strong>de</strong>canta<br />

las i<strong>de</strong>as, a la pluma me vinieron y, como no consi<strong>de</strong>ro penitencia el contrariarme las<br />

volunta<strong>de</strong>s, que bastantes penitencias para la flaqueza <strong>de</strong> mi espíritu, ya que no para

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