Camilo José Cela - La familia de Pascual Duarte - Letra Hispanica
Camilo José Cela - La familia de Pascual Duarte - Letra Hispanica
Camilo José Cela - La familia de Pascual Duarte - Letra Hispanica
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
-¡Bien callado se lo tenía!<br />
-Qué quieres, ¡cada una es como es!<br />
-¿Y tú, qué le has dicho?<br />
-Nada; que alguna vez habrías <strong>de</strong> volver.<br />
-Y he vuelto...<br />
-¡Gracias a Dios!<br />
<strong>La</strong> novia que la Rosario me tenía preparada, en verdad que era una hermosa mujer.<br />
No era <strong>de</strong>l tipo <strong>de</strong> Lola, sino más bien al contrario, algo así como un término medio<br />
entre ella y la mujer <strong>de</strong>l Estévez, incluso algo parecida en el tipo -fijándose bien- al <strong>de</strong><br />
mi hermana. Andaría por entonces por los treinta o treinta y dos años, que poco o<br />
nada se la notaban <strong>de</strong> joven y conservada como aparecía. Era muy religiosa y como<br />
dada a la mística, cosa rara por aquellas tierras, y se <strong>de</strong>jaba llevar <strong>de</strong> la vida, como los<br />
gitanos, sólo con el pensamiento puesto en aquello que siempre <strong>de</strong>cía:<br />
-¿Para qué variar? ¡Está escrito!<br />
Vivía en el cerro con su tía, la señora Engracia, hermanastra <strong>de</strong> su difunto padre,<br />
por haberse quedado huérfana <strong>de</strong> ambas partes aún muy tierna, y como era <strong>de</strong> natural<br />
consentidor y algo tímida, jamás nadie pudiera <strong>de</strong>cir que con nadie la hubiera visto u<br />
oído discutir, y mucho menos con su tía, a la que tenía un gran respeto. Era aseada<br />
como pocas, tenía la misma color <strong>de</strong> las manzanas y cuando, al poco tiempo <strong>de</strong><br />
entonces, llegó a ser mi mujer -mi segunda mujer-, tal or<strong>de</strong>n hubo <strong>de</strong> implantar en mi<br />
casa que en multitud <strong>de</strong> <strong>de</strong>talles nadie la hubiera reconocido.<br />
<strong>La</strong> primera vez, entonces, que me la eché a la cara, la cosa no <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> ser violenta<br />
para los dos; los dos sabíamos lo que nos íbamos a <strong>de</strong>cir, los dos nos mirábamos a<br />
hurtadillas como para espiar los movimientos <strong>de</strong>l otro.<br />
Estábamos solos, pero era igual; solos llevábamos una hora y cada instante que<br />
pasaba parecía como si fuera a costar más trabajo el empezar a hablar. Fue ella quien<br />
rompió el fuego:<br />
Vienes más gordo.<br />
-Pue<strong>de</strong>...<br />
-Y <strong>de</strong> semblante más claro.<br />
-Eso dicen...<br />
Yo hacía esfuerzos en mi interior por mostrarme amable y <strong>de</strong>cidor, pero no lo<br />
conseguía; estaba como entontecido, como aplastado por un peso que me ahogaba,<br />
pero <strong>de</strong>l que guardo recuerdo como una <strong>de</strong> las impresiones más agradables <strong>de</strong> mi<br />
vida, como una <strong>de</strong> las impresiones que más pena me causó el per<strong>de</strong>r.<br />
-¿Cómo es aquel terreno?<br />
-Malo.<br />
Ella estaba como pensativa. ¡Quién sabe lo que pensaría!<br />
-¿Te acordaste mucho <strong>de</strong> la Lola?<br />
-A veces. ¿Por qué mentir? Como estaba todo el día pensando, me acordada <strong>de</strong><br />
todos. ¡Hasta <strong>de</strong>l Estirao, ya ves!<br />
<strong>La</strong> Esperanza estaba levemente pálida.<br />
-Me alegro <strong>de</strong> que hayas vuelto.<br />
-Sí, Esperanza, yo también me alegro <strong>de</strong> que me hayas esperado.<br />
-¿De que te haya esperado?<br />
-Sí; ¿o es que no me esperabas?