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¡QUÉ PUEBLO TAN RARO!<br />
Cabuyaro, municipio distante tres horas <strong>de</strong><br />
Villavicencio, tiene 50 manzanas, seis buses largos y<br />
viejos para trasladar a sus habitantes a las veredas,<br />
cien casas <strong>de</strong>socupadas y solo niños y jóvenes, pues <strong>los</strong><br />
adultos se la pasan sentados a la orilla <strong>de</strong> <strong>los</strong> ríos Meta,<br />
Humea y Upía pescando y durmiendo en chinchorros<br />
con toldil<strong>los</strong> <strong>que</strong> cuelgan en chozas <strong>de</strong> palma.<br />
Por eso a José Herrera, coordinador municipal <strong>de</strong>l censo, se le<br />
vino a la boca la única frase posible cuando entró por primera vez<br />
a esta localidad:<br />
--- ¡Qué pueblo tan raro!<br />
Pero en realidad no es tan raro. Lo <strong>que</strong> suce<strong>de</strong> es <strong>que</strong> allí da la<br />
impresión <strong>que</strong> hubiera estado Jesucristo multiplicando <strong>los</strong> peces. La<br />
pesca es la razón <strong>de</strong> la existencia <strong>de</strong> Cabuyaro, por<strong>que</strong> es abundante<br />
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