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<strong>Cuentos</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>que</strong> <strong>nos</strong> Contaron<br />
54<br />
“Era una<br />
anciana <strong>que</strong><br />
no reflejaba<br />
mas <strong>de</strong> 45<br />
años”<br />
tier<strong>nos</strong> y quien dos horas <strong>de</strong>spués lo pondría al corriente <strong>de</strong> una <strong>de</strong><br />
esas historias <strong>que</strong> doblegan a cualquiera.<br />
Casi <strong>de</strong>slizándose por el piso <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra, la monja lo condujo al<br />
salón <strong>de</strong>l final <strong>de</strong> la escalera y con un suave “por favor” le dijo <strong>que</strong><br />
se sentara en un pupitre en cuyo frente había una silla. Luego se le<br />
presentó. Era la hermana Leticia, una religiosa española muy joven<br />
<strong>que</strong> está al frente <strong>de</strong> esta institución. Antes <strong>de</strong> iniciar las preguntas<br />
<strong>de</strong>l censo, le informó a Ricardo Marín sobre <strong>los</strong> problemas <strong>de</strong> salud<br />
<strong>de</strong> las ancianas, la mayoría <strong>de</strong> <strong>los</strong> cuales tenían <strong>que</strong> ver con la<br />
memoria. Por supuesto, no existía claridad sobre sus i<strong>de</strong>ntida<strong>de</strong>s y<br />
lugares y fechas <strong>de</strong> nacimiento. En seguida le pidió a otra religiosa<br />
<strong>que</strong> trajera a la primera anciana<br />
Mientras llegaban, le habló sobre <strong>los</strong> malestares y acha<strong>que</strong>s propios<br />
<strong>de</strong> esta señora y le explicó <strong>que</strong> <strong>de</strong> esta manera le facilitaría la<br />
encuesta: “Yo te ayudo en <strong>los</strong> casos graves”, le dijo. Eso mismo lo<br />
repitió con las dos ancianas <strong>que</strong> fueron censadas a continuación.<br />
Con la cuarta, Marín intuyó <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el primer segundo <strong>que</strong> era un<br />
asunto especial. En primer lugar por<strong>que</strong> la “anciana” no reflejaba<br />
más <strong>de</strong> 45 años.<br />
Apareció cogida <strong>de</strong>l brazo <strong>de</strong> una religiosa, caminado lentamente.<br />
Vestía un camisón oscuro, triste. Resaltaba su limpieza. Su cabello,<br />
llamaba la atención por<strong>que</strong> se le estaba cayendo. ---No tienes la<br />
menor esperanza <strong>de</strong> ponerla a hablar --- le dijo la religiosa Leticia.<br />
--- ¿Por qué?, le preguntó Marín. Entonces le contó la primera<br />
parte <strong>de</strong> esta conmovedora historia:<br />
---Mire, es una interna en cuya existencia todo ha concluido. No<br />
habla, ni anda ni se <strong>de</strong>splaza por el albergue a me<strong>nos</strong> <strong>que</strong> una <strong>de</strong><br />
<strong>nos</strong>otras la lleve <strong>de</strong>l brazo.