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específicos con sus subdivisiones<br />
morfológicas derivadas parcialmente<br />
de tales diferencias climáticas<br />
(por ejemplo, los árboles<br />
de mangle de zonas húmedas son<br />
mucho más altos y gruesos que<br />
aquellos de zonas secas). Lo mismo<br />
ocurre con los páramos: los<br />
páramos del sur no solamente<br />
son más secos (y sus funciones<br />
de retención de agua nos aparecen,<br />
por tanto, más valiosas, por<br />
efectos de la escasez relativa),<br />
sino que pueden aparecer a alturas<br />
mucho más modestas. Los bosques<br />
de declives secos de la<br />
cordillera sur - oriental, no pueden<br />
considerarse similares a los<br />
de los declives húmedos del norte.<br />
¿Cuáles son las implicaciones de<br />
esta clasificación más fina y matizada<br />
de pequeñas entidades<br />
biológicas distintas para el tema<br />
que nos interesa? Es decir, ¿cómo<br />
podemos asumir que esta parte<br />
de la “memoria de la naturaleza”<br />
coincide, se distancia, confiere<br />
matices específicos, crea<br />
obstáculos o brinda oportunidades,<br />
para la estructuración de<br />
redes de relaciones sociales entre<br />
sitios geográficos? ¿Podemos<br />
encontrar relaciones entre estas<br />
unidades bio – físicas y las estructuras<br />
espaciales que la sociedad<br />
ha ido construyendo a lo<br />
largo de los últimos dos siglos?<br />
Podría postularse la idea o la<br />
hipótesis de que estos “datos<br />
naturales” pierden importancia<br />
relativa conforme avanzan las<br />
fuerzas de la tecnología de las<br />
comunicaciones o de la explotación<br />
de recursos. Mientras más<br />
“primitiva” es la tecnología para<br />
el uso de los recursos naturales,<br />
más dependencias aparecen respecto<br />
de lo que la naturaleza<br />
ofrece espontáneamente. Una sociedad<br />
de cazadores, pescadores<br />
y recolectores, tiene, necesariamente,<br />
mayor dependencia de<br />
lo que viene “dado” (y de los conocimientos<br />
que puede organizar<br />
a partir de lo dado) que una<br />
sociedad industrial, altamente<br />
tecnificada.<br />
Ocurre que, precisamente,<br />
nuestra sociedad sigue siendo altamente<br />
dependiente de productos<br />
de recolección: todavía<br />
alrededor de un 60% de la extracción<br />
de maderas depende de<br />
la extracción en bosques naturales;<br />
todavía la pesca de atún y<br />
sardinas alimenta la pesca industrial<br />
y hay miles de pescadores<br />
artesanales y recolectoras de<br />
conchas a lo largo de toda la<br />
Costa. Todavía un 80% de las exportaciones<br />
nacionales está formado<br />
por los llamados productos<br />
“primarios”. Las actividades<br />
primarias de explotación de recursos,<br />
todavía son tributarias<br />
directas de esas variadas formaciones<br />
biológicas que se pegan<br />
como moscas a la piel de la<br />
sociedad. No son formaciones<br />
socialmente indiferentes. La naturaleza<br />
es todavía una prisión<br />
cercana.<br />
Pero además, cada vez más<br />
las sociedades industriales<br />
re - encuentran sus lazos umbilicales<br />
perdidos con ese mundo<br />
natural del que no pueden desprenderse.<br />
Descubren las oportunidades<br />
perdidas por las<br />
opciones naturales que dejaron<br />
escapar con cada fracción del<br />
mundo que destruían sin preguntarse<br />
si valía la pena guardarlo<br />
todavía un poco más. ¿Qué futuros<br />
distintos podrían vislumbrarse<br />
en la diversidad de formas de<br />
vida que todavía quedan y cuyas<br />
potencialidades en usos directos<br />
e indirectos nos son ampliamente<br />
LA MEMORIA DE LA NATURALEZA, ESPACIO FÍSICO Y ECOLÓGICO<br />
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