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En medio de ambos se sitúan los dos acontecimientos con los que<br />
iniciamos este artículo: una epidemia que se volvería crónica y el<br />
primer impulso a la navegación a vapor. Ambos acontecimientos<br />
cambiaron la geografía del cacao. Hasta 1840 la producción principal<br />
se extendía entre el estuario del río Guayas y Machala, al sur,<br />
donde las vegas de los ríos eran cacaotales continuos. Se trataba de<br />
los principales centros de exportación del país. Una producción que<br />
bien podríamos llamar "costera", pues aprovechaba una comunicación<br />
marítima más sencilla y barata que la fluvial.<br />
Esta constatación no carece de cierta importancia. Los costos de<br />
transporte, más allá de la calidad del producto, volvían difícil la<br />
producción cacaotera en el interior. Las grandes haciendas se<br />
concentraban alrededor de las dos ciudades de la Costa sur. En el<br />
interior se encontraban básicamente fincas de campesinos pequeños<br />
y medianos que complementaban la producción exportadora. Las<br />
grandes haciendas no dominaban el paisaje. Con altos costos de<br />
producción y transporte, se trató de un grupo de "cacaoteros olvidados"<br />
que no compartieron la grandeza y la bonanza del puerto principal.<br />
Tampoco pudieron emular a los ilustres hacendados de inicios<br />
del siglo pasado, aquellos que finalmente lideraron la gesta de la<br />
independencia del puerto.<br />
Todavía a mediados de siglo las descripciones de viajeros y geógrafos<br />
del alto Guayas y de las cabeceras del Daule señalan la existencia<br />
de pequeñas propiedades con cacahuales, combinados con ganado<br />
para carne (lo que era, por lo demás, una obligación impuesta por<br />
la municipalidad guayaquileña para asegurar el abastecimiento de la<br />
ciudad), arroz, cultivos de pan llevar y una densa vegetación típica<br />
de las selvas ombrófilas. Incluso la producción de canoas y el abastecimiento<br />
de madera eran insuficientes para que los campesinos<br />
"clarearan" completamente aquella selva cuyos árboles servían,<br />
adicionalmente, como sombra para las matas de cacao en crecimiento.<br />
El vapor cambió las condiciones de producción del cacao y convirtió<br />
esas tierras sin futuro, cedidas a aquellos campesinos que se habían<br />
instalado a partir del despegue demográfico de la Costa central, en<br />
potenciales y codiciados espacios de producción para la exportación.<br />
Los costos y el tiempo de transporte se redujeron notablemente. Entre<br />
Babahoyo y Guayaquil, un viaje podía tomar fácilmente 30 horas<br />
en estación seca y 48 en estación lluviosa en 1830. Para 1880, en 6<br />
y 9 horas se recorría una distancia que solo en apariencia era la misma.<br />
Una vez que esas tierras se volvieron accesibles, dejaron de ser el<br />
patrimonio de los desposeídos. Se ha insistido mucho en la "fertilidad"<br />
de las tierras de la cuenca del río Guayas. Incluso hoy en día<br />
son consideradas entre las mejores del país. Esta fertilidad y las<br />
condiciones climáticas adecuadas para el cultivo del cacao, no eran,<br />
sin embargo, directamente utilizables a inicios del siglo XIX. Las<br />
MODELOS PRODUCTIVOS Y LÓGICAS DE OCUPACIÓN DEL ESPACIO, (SIGLOS XIX Y XX)<br />
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