LIAHONA 1989-01.pdf - Cumorah.org
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104<br />
la Primaria, donde vuestros talentos y<br />
habilidades se están utilizando al<br />
máximo.<br />
Os consideramos una parte vital de<br />
la entidad de la Iglesia y rogamos que<br />
cuando destacamos naturalmente a la<br />
familia, no lleguéis a pensar que se os<br />
aprecia menos o que valéis menos<br />
para el Señor o para Su Iglesia. Los<br />
vínculos, sagrados de los miembros de<br />
la Iglesia son mucho más importantes<br />
que el estado civil, edad o<br />
circunstancias actuales; vuestro valor<br />
individual, como hijas de Dios,<br />
supera todo lo demás.<br />
Sabemos, también, que tenéis<br />
necesidades y exigencias especiales;<br />
tened la seguridad de que somos<br />
conscientes de ello.<br />
Conservad la meta de un<br />
matrimonio celestial<br />
Quisiera expresaros la esperanza<br />
que tenemos para cada una de<br />
vosotras, la cual es muy real: que<br />
lleguéis a estar en el más,alto grado<br />
de gloria en el reino celestial y que<br />
podáis entrar en el nuevo y eterno<br />
convenio del matrimonio.<br />
Queridas hermanas, nunca perdáis<br />
de vista esta meta sagrada; mediante<br />
la oración, preparaos para recibirla y<br />
vivid para lograrla. Contraed<br />
matrimonio de la manera prescrita por<br />
el Señor; el matrimonio en el templo<br />
es una ordenanza de exaltación del<br />
evangelio y nuestro Padre Celestial<br />
desea que cada una de sus hijas posea<br />
esta bendición eterna.<br />
Por lo tanto, no malgastéis vuestra<br />
felicidad buscando la compañía de<br />
alguien que no pueda llevaros<br />
dignamente al templo. Tomad la<br />
decisión, ahora, de que ese es el lugar<br />
donde os casaréis. El dejar esa<br />
decisión hasta el momento en que<br />
tengáis alguna asociación romántica<br />
es correr un gran riesgo cuyas<br />
consecuencias ahora no podéis prever<br />
en su totalidad.<br />
Y recordad una cosa: no tenéis por<br />
qué abandonar vuestras normas de<br />
moralidad sólo por tener un<br />
compañero. Conservaos atractivas,<br />
mantened vuestras altas normas de<br />
moralidad, mantened vuestro<br />
autorrespeto. No participéis en actos<br />
de intimidad que más tarde os traerán<br />
problemas y aflicción. Poneos en<br />
situaciones en donde os sea posible<br />
conocer a hombres dignos y<br />
participad en actividades<br />
constructivas.<br />
Al seleccionar a un compañero, no<br />
esperéis la perfección. No os<br />
preocupéis tanto por su apariencia<br />
física y su cuenta bancada que paséis<br />
por alto sus cualidades más<br />
importantes. Por cierto que os deberá<br />
parecer atractivo y deberá ser capaz<br />
de proveer económicamente para<br />
vosotras, pero, ¿posee un testimonio<br />
firme? ¿Vive los principios del<br />
evangelio y magnifica su sacerdocio?<br />
¿Es activo en su barrio y estaca?<br />
¿Ama el hogar y la familia, y llegará<br />
a ser un esposo fiel y un buen padre?<br />
Estas son las cualidades<br />
verdaderamente importantes.<br />
Quisiera también amonestar a las<br />
hermanas solteras, a que no os hagáis<br />
tan independientes y confiéis tanto en<br />
vosotras mismas que lleguéis a pensar<br />
que el matrimonio no vale la pena y<br />
que también podéis estar muy bien<br />
solas. Algunas de nuestras hermanas<br />
han indicado que no están dispuestas<br />
a considerar el matrimonio hasta<br />
después de haber obtenido su título o<br />
acabado una carrera. Eso no está<br />
bien. Ciertamente deseamos que<br />
nuestras hermanas solteras alcancen el<br />
máximo de su potencial individual,<br />
que obtengan una buena educación y<br />
se destaquen en su actual ocupación.<br />
Tenéis mucho que contribuir a la<br />
sociedad, a vuestra comunidad y a<br />
vuestro vecindario, pero rogamos<br />
fervientemente que nuestras hermanas<br />
solteras deseen un matrimonio<br />
honorable en el templo con un<br />
hombre digno y críen una familia<br />
recta, aunque esto signifique sacrificar<br />
los títulos o las carreras. Cuando nos<br />
demos cuenta de que no hay<br />
llamamiento más sublime que el de<br />
ser una esposa y madre honorable,<br />
significará que hemos puesto lo que<br />
tiene prioridad en el plano debido.<br />
El Señor os conoce y os ama<br />
Reconozco también que no todas<br />
las mujeres de la Iglesia tendrán la<br />
oportunidad de casarse y ser madres<br />
en esta vida, pero si aquellas de<br />
vosotras que os encontráis en esta<br />
situación sois dignas y perseveráis<br />
fielmente, podéis tener la seguridad<br />
de que recibiréis todas las bendiciones<br />
de un Padre Celestial misericordioso y<br />
amoroso; y recalcó, todas las<br />
bendiciones.<br />
Os aseguro que si aun tenéis que<br />
esperar hasta la otra vida para ser<br />
bendecidas con un compañero recto,<br />
Dios ciertamente os compensará. El<br />
tiempo le es medido solamente al<br />
hombre; Dios tiene presente vuestra<br />
perspectiva eterna.<br />
Reconozco también que algunas de<br />
nuestras hermanas han enviudado o se<br />
han divorciado; los sentimientos de<br />
mi corazón os acompañan si os<br />
encontráis en esas circunstancias. Las<br />
Autoridades Generales oran por<br />
vosotras y sentimos la gran<br />
responsabilidad de asegurarnos de que<br />
tenéis lo que necesitáis. Confiad en el<br />
Señor; estad seguras de que El y<br />
nosotros os amamos.<br />
Si sois madres solteras, haced<br />
amistad con otras que se encuentren<br />
en situaciones similares, así como con<br />
parejas de casados. Pedid consejo a<br />
vuestros líderes del sacerdocio y<br />
hacedles saber vuestras necesidades y<br />
deseos. El Señor os comprende; El<br />
conoce las necesidades especiales que<br />
tenéis; vosotras sois Sus hijas; El os<br />
ama y os bendecirá y apoyará. De eso<br />
estoy seguro.<br />
Aprended, progresad y servid<br />
Ahora quisiera dirigirme a todas las<br />
hermanas adultas solteras, cualquiera<br />
sea vuestra situación actual:<br />
Sed fieles; guardad los<br />
mandamientos; estableced una<br />
relación estrecha y constante con el<br />
Señor Jesucristo. Tened la seguridad<br />
de que El está ahí, siempre presente;<br />
buscadle. El contesta oraciones y<br />
ofrece paz y esperanza. En las<br />
palabras del Salmista: "Esperanza<br />
mía, y castillo mío; Mi Dios, en quien<br />
confiaré" (Salmos 91:2). Estudiad<br />
cuidadosamente la vida del Salvador<br />
porque El es nuestro gran ejemplo.<br />
Haced de las Escrituras vuestro<br />
compañero constante; leed<br />
diariamente el Libro de Mormón y