LIAHONA 1989-01.pdf - Cumorah.org
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gálatas que "toda la ley en esta sola<br />
palabra se cumple: Amarás a tu<br />
prójimo como a ti mismo" (Gálatas<br />
5:14).<br />
El ministerio de Cristo y sus<br />
enseñanzas no dejan lugar a dudas de<br />
la seriedad con que debemos aceptar y<br />
aplicar ese sagrado mandato. Cuando<br />
Jesús enseñaba la ley del amor, le<br />
preguntaron: "¿Y quién es mi<br />
prójimo?" En respuesta, El contó la<br />
historia de un hombre que viajaba de<br />
Jerusalén a Jericó y que cayó en<br />
manos de ladrones que le robaron y le<br />
hirieron y le dejaron medio muerto.<br />
Un sacerdote y un levita pasaron por<br />
allí y, "viéndole", pasaron de largo.<br />
(Véase Lucas 10:31-32.) Pero pasó<br />
por allí también un samaritano, un<br />
hombre a cuya gente y ciudades a los<br />
Apóstoles se les había prohibido ir , y<br />
se detuvo a atender misericordiosamente<br />
al herido. Jesús dijo: "¿Quién,<br />
pues, de estos tres te parece que fue el<br />
prójimo del que cayó en manos de los<br />
ladrones? El dijo: El que usó de<br />
misericordia con él. Entonces Jesús le<br />
dijo: Vé, y haz tú lo mismo" (Lucas<br />
10:36, 37).<br />
¿Puede haber duda alguna sobre el<br />
significado de esa historia?<br />
Sería difícil hallar a alguien que<br />
dudara de que el principio de prestar<br />
servicio al prójimo es bueno; sin<br />
embargo, puede haber algunos que no<br />
comprendan la gran importancia que<br />
Jesús adjudicó al servicio en nuestra<br />
religión. Para El, tanto en su vida<br />
como en sus enseñanzas, no fue cosa<br />
de escoger hacer o no, puesto que dijo<br />
que quien no ayudara al prójimo no<br />
merecería la mayor de las<br />
bendiciones, que es la vida eterna.<br />
(Véase Mateo 25:31-46.). Las<br />
Escrituras así lo enseñan<br />
repetidamente: que las obras de<br />
servicio cristiano son expresiones del<br />
amor cristiano. La experiencia y lo<br />
que he observado me confirman la<br />
verdad de ello.<br />
La religión no está desvinculada de<br />
la vida; no es principios y ordenanzas,<br />
ni obra misional, ni liderazgo como<br />
un fin en sí mismos, sino que se<br />
manifiesta por la clase de personas<br />
que somos, así como por nuestra<br />
relación con nuestro Padre Celestial y<br />
su Hijo y todos los mandamientos; [se<br />
La hermana Joanne B. Doxey y la hermana Barbara B. Winder, de la presidencia general de<br />
la Sociedad de Socorro, conversan con el obispo Robert D. Hales.<br />
manifiesta] por la medida en que<br />
merecemos la aprobación de nuestra<br />
propia conciencia guiada por el<br />
Espíritu; [se manifiesta] por la forma<br />
en que tratamos a las demás personas.<br />
Me asombran sin cesar la buena<br />
voluntad y la bondad desinteresada<br />
con que tantas personas viven este<br />
sagrado mandamiento. Y es triste<br />
pensar que haya personas que, por<br />
creer en un evangelio sin regocijo, se<br />
pierdan las bendiciones especiales que<br />
aguardan a los que siguen por el<br />
sendero que estableció nuestro<br />
Salvador y que conduce al más<br />
intenso regocijo mediante el servicio<br />
cristiano y el sacrificio. Un antiguo<br />
dicho judaico reza: "Dios nos hará<br />
responsables por todas las cosas<br />
maravillosas de la tierra que no<br />
hayamos querido disfrutar".<br />
La adversidad nos rodea por todas<br />
partes; es parte ineludible de la vida<br />
terrenal y a todos nos saldrá al paso<br />
tarde o temprano. Nuestra religión,<br />
que está centrada en la vida y la<br />
misión del Señor Jesucristo, nos<br />
ayuda a comprender eso. Dios y<br />
Cristo nos aman con un amor<br />
perfecto. El plan de ellos requiere<br />
instrumentos mortales de su amor, y<br />
nosotros tenemos el gran honor de<br />
haber sido invitados a ser esos<br />
instrumentos. Si bien le necesitamos a<br />
El, El también nos necesita a<br />
nosotros. En este servicio hallamos la<br />
raíz de la mayoría de las bendiciones<br />
que Dios quiere que tengamos.<br />
Una vez una <strong>org</strong>anización cívica<br />
me invitó a presentar un premio de<br />
reconocimiento a la persona que había<br />
hecho más por ayudar a los<br />
minusválidos del lugar. Cuando la<br />
dama ganadora, que también era<br />
minusválida, se dirigió al estrado a<br />
recibir el premio, caminó con la<br />
ayuda de dos robustos hombres, en<br />
tanto que un tercero llevaba un tanque<br />
de oxígeno detrás de ella para que<br />
pudiera respirar.<br />
Tras protestar que no merecía aquel<br />
premio, lo aceptó en nombre de todas<br />
las personas que habían ayudado a los<br />
minusválidos. Contó de su buen padre<br />
que la preparó para el primer día de<br />
escuela y que regresó a casa temprano<br />
de su trabajo para salir a recibirla<br />
cuando volviera. La preparó<br />
diciéndole que esperara oír<br />
comentarios desagradables de algunos<br />
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