LIAHONA 1989-01.pdf - Cumorah.org
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76<br />
"INSTRUYE AL NIÑO"<br />
por el élder L. Tom Perry<br />
del Quórum de los Doce Apóstoles<br />
"Si renunciáis a vuestra responsabilidad de enseñar a<br />
vuestros hijos y luego esperáis que alguna institución la<br />
cumpla y produzca una transformación inmediata, estáis<br />
esperando algo imposible."<br />
Élder Scott, ahora que asume<br />
este gran llamamiento, quisiera<br />
agregar mi bienvenida a las que<br />
ya se han expresado porque formará<br />
parte de un quórum muy especial,<br />
integrado por hombres sumamente<br />
comunes pero que poseen un<br />
llamamiento singular. Dentro de este<br />
grupo existe un espíritu, una unidad y<br />
una devoción como los que jamás<br />
volverá a experimentar. Estamos<br />
felices de tenerlo a usted y sus<br />
talentos y habilidades en nuestro<br />
quórum. ¡Bienvenido!<br />
He escogido como tema del<br />
mensaje que daré hoy Proverbios<br />
22:6: "Instruye al niño en su camino,<br />
y aun cuando fuere viejo no se<br />
apartará de él".<br />
El Señor ha sido muy explícito en<br />
sus instrucciones a los padres en la<br />
actualidad. En Doctrina y Convenios<br />
leemos:<br />
"Y además, si hay padres que<br />
tienen hijos en Sión o en cualquiera<br />
de sus estacas <strong>org</strong>anizadas, y no les<br />
enseñan a comprender la doctrina del<br />
arrepentimiento, de la fe en Cristo, el<br />
Hijo del Dios viviente, del bautismo y<br />
del don del Espíritu Santo por la<br />
imposición de manos, al llegar a la<br />
edad de ocho años, el pecado será<br />
sobre la cabeza de los padres.<br />
"Y también enseñarán a sus hijos a<br />
orar y a andar rectamente delante del<br />
Señor.<br />
"Y los habitantes de Sión también<br />
observarán el día del Señor para<br />
santificarlo.<br />
"Ahora, yo, el Señor, no estoy<br />
bien complacido con los habitantes de<br />
Sión, porque hay ociosos entre ellos;<br />
y sus hijos también están creciendo en<br />
la iniquidad; tampoco buscan<br />
esmeradamente las riquezas de la<br />
eternidad, antes sus ojos están llenos<br />
de avaricia.<br />
"Estas cosas no deben ser, y tienen<br />
que ser desechadas de entre ellos... "<br />
(D. y C. 68:25, 28-29, 31-32.)<br />
El mensaje es directo y no deja<br />
lugar a dudas. El deber de criar a los<br />
hijos descansa principalmente en los<br />
padres.<br />
Hace ya muchos años, tuve el gran<br />
placer de trabajar como segundo<br />
consejero de la presidencia de la<br />
Escuela Dominical y mi deber era la<br />
entonces Escuela Dominical de<br />
Menores. Todos los domingos, veía a<br />
un padre que llevaba a su hijo a la<br />
Iglesia. El niño lloraba y gritaba,<br />
suplicándole que no lo dejara con la<br />
maestra. El padre lo llevaba al salón<br />
de clase, lo empujaba a través del<br />
umbral y cerraba luego la puerta<br />
sujetando la perilla por fuera para que<br />
http://bibliotecasud.blogspot.com<br />
el niño no pudiera salir y la maestra lo<br />
apaciguara. Era casi como si el padre<br />
hubiera dicho: "No tengo ni la<br />
paciencia ni el tiempo para enseñar a<br />
este chico. Acjuí se lo dejo a usted,<br />
maestra, para que le enseñe a ser<br />
reverente en su clase de la Escuela<br />
Dominical".<br />
Tuve casi la misma sensación el<br />
otro día cuando el élder Featherstone<br />
y yo pasamos unas horas con el rector<br />
de la Universidad Brigham Young. Le<br />
habíamos pedido hora para hablar con<br />
él de lo que podría hacer el sacerdocio<br />
para hacer valer las normas que se<br />
exigen a los alumnos que se aceptan<br />
en dicha universidad. Al conversar<br />
con la autoridad de esa gran<br />
institución, recordé aquel caso de la<br />
Escuela Dominical de Menores de<br />
hace muchos años. Tuve la impresión<br />
de que muchos padres llevan a sus<br />
hijos a esa Universidad,<br />
empujándolos a través del umbral y<br />
sujetando luego la puerta por fuera,<br />
esperando que los encargados de la<br />
institución asuman la responsabilidad<br />
de terminar de criar a sus hijos.<br />
He tenido la misma sensación con<br />
respecto a algunos de los misioneros<br />
que he tenido oportunidad de<br />
entrevistar en el campo misional.<br />
Debe de haber padres que piensan que<br />
si pueden lograr que el hijo salga a la<br />
misión servirá para corregir los<br />
problemas de todos los años en los<br />
que no le enseñaron los principios<br />
correctos del evangelio.<br />
Desde luego, la gran mayoría de<br />
los estudiantes que ingresan en la<br />
Universidad Brigham Young y de los<br />
jóvenes que ingresan en el campo<br />
misional se han criado en buenos<br />
hogares y llegan con un espíritu del<br />
evangelio, por lo que son ejemplos<br />
ante todo el mundo. Pero hay un<br />
pequeño porcentaje que llega con<br />
problemas, y las estadísticas indican<br />
que el número de éstos va en<br />
aumento. Por tanto, en esta ocasión<br />
deseo hacer eco al consejo que se ha<br />
dado repetidamente como "voz de<br />
amonestación" a los padres. Si<br />
renunciáis a vuestra responsabilidad<br />
de enseñar a vuestros hijos y luego<br />
esperáis que alguna institución la<br />
cumpla y produzca una<br />
transformación inmediata, estáis