LIAHONA 1989-01.pdf - Cumorah.org
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guarden todas las cosas que os he<br />
mandado" (Mateo 28:19-20). Esa<br />
misma instrucción se encuentra<br />
vigente en la actualidad; de hecho, a<br />
las Autoridades Generales, a los<br />
misioneros y a otros miembros de la<br />
Iglesia, se les ha dado la comisión de<br />
viajar por todo el mundo para enseñar<br />
el evangelio.<br />
El proclamar el evangelio a toda la<br />
humanidad es una parte fundamental<br />
de la misión de la Iglesia. Como<br />
algunos de vosotros que habéis<br />
sostenido a misioneros regulares<br />
durante la misión sabéis, la Iglesia<br />
dedica grandes recursos, de tiempo y<br />
dinero, a la obra misional.<br />
Este gran mundo nuestro está<br />
habitado por billones de personas. En<br />
la actualidad hay más de 35.700<br />
misioneros regulares cardando la<br />
tierra en busca de aquellos hijos de<br />
nuestro Padre que tengan el deseo de<br />
escuchar el mensaje de la<br />
Restauración. Estos dedicados siervos<br />
del Señor están sirviendo en 221<br />
misiones y están enseñando el<br />
evangelio en 64 idiomas'. Esperamos<br />
que en 1988 se bauticen 245.000<br />
conversos. Es una cantidad<br />
impresionante; sin embargo,<br />
aproximadamente esa mistria cantidad<br />
de personas nace cada día.<br />
En los centros de capacitación<br />
misional, enseñamos a los misioneros<br />
que deben tener fe en el Señor<br />
Jesucristo. Se les enseña que deben<br />
cultivar un amor genuino,<br />
consideración y una relación personal<br />
con las personas que conozcan.<br />
Deben aprender a escuchar con interés<br />
y a mostrar sincera comprensión por<br />
las necesidades y preocupaciones de<br />
las personas a las que.enseñen.<br />
Mientras enseñen la doctrina, los<br />
misioneros deben tratar de saber lo<br />
que sus investigadores sienten y<br />
piensan a fin de poder aclarar dudas,<br />
malentendidos, desterrar<br />
preocupaciones y dar ánimo. El<br />
espíritu cálido y sincero de los<br />
misioneros es esencial para ayudar a<br />
los investigadores a sentir y a<br />
reconocer el Espíritu del Señor, ya<br />
que el Espíritu es el poder que guía a<br />
la conversión.<br />
Hermanos y hermanas, debemos<br />
siempre recordar que la obra misional<br />
que se extiende por el mundo requiere<br />
grandes sacrificios, y que todo este<br />
sacrificio, esfuerzo y minuciosa<br />
preparación a la cual se someten los<br />
misioneros será en vano si quienes<br />
aceptan el evangelio no reciben una<br />
cálida y cariñosa bienvenida de parte<br />
de los miembros.<br />
Sabemos, gracias a los años de<br />
experiencia, que los primeros<br />
contactos que los investigadores<br />
tienen con los miembros de los<br />
barrios y de las ramas son críticos en<br />
el proceso de la conversión.<br />
Recientemente, varias Autoridades<br />
Generales estaban conversando sobre<br />
cómo recibir y dar la bienvenida a los<br />
recién llegados. Dos de ellos me<br />
contaron sus experiencias.<br />
El élder Devere Harris, del Primer<br />
Quórum de los Setenta, me contó lo<br />
que le sucedió en una visita que hizo<br />
a un barrio de Utah que ha estado<br />
establecido allí por mucho tiempo. El<br />
dijo: "Entré en forma anónima e hice<br />
todo lo posible por comenzar una<br />
conversación, o saludar a alguien, o<br />
ser amable, o por tratar de que me<br />
saludaran o me reconocieran. Nadie<br />
me hizo caso; nadie me habló, ¡nadie!<br />
"Finalmente, un hombre me<br />
reconoció y dijo: '¡Élder Harris!'<br />
Entonces el obispo se volvió y<br />
preguntó: '¿Qué dijo?' A lo que el<br />
hermano respondió: 'Este es el élder<br />
Harris del Primer Quórum de los<br />
Setenta'.<br />
"Bueno, las cosas comenzaron a<br />
cambiar. Casi en seguida me pidieron<br />
que me sentara en el estrado y me<br />
preguntaron si deseaba expresar mi<br />
testimonio. Luego de la reunión,<br />
muchos vinieron y me saludaron. Al<br />
salir, pensé: '¡Qué tragedia! Un<br />
hombre canoso, desconocido, entra en<br />
la capilla. Nadie hace caso de él,<br />
nadie lo saluda, nadie demuestra<br />
interés. Luego, por motivo de su<br />
posición eclesiástica, todos cambian y<br />
le ofrecen su amistad'."<br />
El segundo incidente tiene que ver<br />
con dos hermanas que viven a 3.200<br />
kilómetros la una de la otra. Los<br />
misioneros regulares les enseñaron las<br />
charlas, cada una recibió la<br />
confirmación del Espíritu y se<br />
bautizó. Ambas eran solteras y tenían<br />
entre veinte y veinticinco años. Una<br />
de las hermanas asistió a las<br />
reuniones, conoció al obispo,<br />
desarrolló una amistad con los<br />
miembros y éstos la invitaron a sus<br />
hogares. Los miembros del barrio la<br />
hicieron sentir bienvenida y que la<br />
necesitaban. Recibió un llamamiento<br />
eclesiástico inmediatamente después<br />
del bautismo y continuó aprendiendo<br />
y viviendo el evangelio en compañía<br />
de los miembros de su barrio y de su<br />
estaca. Ella participó regularmente y<br />
sirvió en varios llamamientos de<br />
barrio y de estaca. Con el tiempo se<br />
casó en el templo y se mantiene fiel<br />
en la Iglesia.<br />
La otra hermana, después de recibir<br />
la confirmación del Espíritu, nunca se