LIAHONA 1989-01.pdf - Cumorah.org
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60<br />
avances de la medicina moderna que<br />
ha hecho tanto por aliviar el<br />
sufrimiento humano y para alargar la<br />
vida. Todos estamos en deuda con los<br />
dedicados hombres de la ciencia y de<br />
la medicina que han conquistado<br />
tantas enfermedades, que han<br />
mitigado el dolor y detenido la mano<br />
de la muerte. Faltan palabras para<br />
agradecerles.<br />
Sin embargo, ellos son los primeros<br />
que admiten las limitaciones de su<br />
conocimiento y las imperfecciones de<br />
su destreza en lo que-se refiere a<br />
muchos asuntos de vida o muerte. El<br />
gran Creador de los cielos y de la<br />
tierra y de todo lo que en ellos hay ha<br />
dado a sus siervos el poder divino,<br />
que muchas veces va mucho mas allá<br />
del poder y del conocimiento<br />
humanos. Me atrevería a decir que la<br />
gran mayoría de los élderes fieles que<br />
me escuchan pueden relatar<br />
momentos en los que el poder sanador<br />
de Cristo se ha hecho manifiesto en<br />
beneficio de los enfermos.<br />
Y hay muchas enfermedades entre<br />
nosotros que no son las del cuerpo.<br />
Está la enfermedad del pecado.<br />
Una de las revistas de este país<br />
publicó un artículo detallado sobre<br />
una película sacrilega que se está<br />
exhibiendo en todo el mundo. Y<br />
muchísimas personas escribieron al<br />
editor en protesta. Una de ellas decía:<br />
"Soy un ex alcohólico y adúltero que<br />
fue liberado por el poder de<br />
Jesucristo" {Time, 5 de septiembre de<br />
1988, pág. 7).<br />
Miles han testificado del poder<br />
sanador de Cristo, que los ha sacado<br />
de la desolación del pecado y los ha<br />
llevado a una vida noble y elevada.<br />
También hay otra categoría de<br />
enfermedades entre nosotros. Me<br />
refiero a los conflictos, a las peleas, a<br />
las discusiones, las que son<br />
enfermedades debilitantes que atacan<br />
en particular a las familias. Si hay<br />
problemas como éstos en el hogar de<br />
los que me escuchan, les pido que<br />
recurran al poder curador de Cristo.<br />
El dijo a los que estaban en el Monte:<br />
"Oísteis que fue dicho: Ojo por<br />
ojo, y diente por diente.<br />
"Pero yo os digo: No resistáis al<br />
que es malo; antes, a cualquiera que<br />
te hiera en la mejilla derecha,<br />
vuélvele también la otra. . .<br />
"ya cualquiera que te obligue a<br />
llevar carga por una milla, vé con él<br />
dos." (Mateo 5: 38-41.)<br />
La aplicación de este principio es<br />
difícil, pero tiene poderes curativos<br />
maravillosos y puede tener un efecto<br />
milagroso en nuestros hogares. El<br />
egoísmo es la causa de la mayoría de<br />
las desgracias y es una enfermedad<br />
ulcerativa. El poder sanador de<br />
Cristo, que se encuentra en la doctrina<br />
de ir la segunda milla, hace<br />
maravillas para acallar discusiones,<br />
acusaciones, críticas y calumnias.<br />
El mismo espíritu curativo puede<br />
hacer maravillas por la enfermedad de<br />
nuestra sociedad. El Señor ha<br />
declarado que es nuestro deber, ya<br />
que hemos sido bendecidos con el<br />
poder sanador de Maestro, socorrer a<br />
los débiles, levantar las manos caídas<br />
y fortalecer las rodillas débiles (véase<br />
D. yC. 81:5).<br />
Es enorme la capacidad curativa de<br />
los que siguen los consejos que dio<br />
Santiago: "La religión pura y sin<br />
mácula delante de Dios el Padre es<br />
ésta: Visitar a los huérfanos y a las<br />
viudas en sus tribulaciones, y<br />
guardarse sin mancha del mundo"<br />
(Santiago 1:27).<br />
Vivimos en un ambiente en el que<br />
hay mucha litigación y conflicto, de<br />
pleitos y contra pleitos. Aun en eso se<br />
pueden utilizar los poderes de<br />
curación. Cuando era joven, trabajé<br />
con el élder Stephen L. Richards,<br />
entonces del Consejo de los Doce.<br />
Cuando pasó a integrar la Primera<br />
Presidencia de la Iglesia, me pidió<br />
que le ayudara con un asunto muy<br />
delicado que podría acarrear muy<br />
serias consecuencias. Una vez que me<br />
explicó de qué se trataba, le pregunté:<br />
—Presidente Richards, yo no soy la<br />
persona indicada; usted necesita<br />
un abogado.<br />
Y él me contestó:<br />
—Yo soy abogado, pero no quiero<br />
un litigio; yo quiero a alguien<br />
que pueda solucionar el asunto.<br />
Los dos nos dedicamos a<br />
solucionarlo y alcanzamos muy<br />
buenos resultados. Se ahorró mucho<br />
dinero, se evitó pasar vergüenza, la<br />
obra siguió adelante sin publicidad<br />
negativa y se curaron muchas heridas.<br />
Se utilizaron los poderes sanadores<br />
del Maestro y los principios del<br />
Evangelio de Jesucristo en una<br />
situación difícil y delicada para<br />
solucionar lo que pudo haber sido<br />
catastrófico.<br />
No siempre es fácil vivir esos<br />
principios ya que nuestra naturaleza<br />
nos impulsa a defendernos. Por<br />
ejemplo, están los que parecen tener<br />
como misión en la vida tratar de<br />
destruir la obra de Dios. Ha sido así<br />
desde el comienzo de la Iglesia y<br />
ahora, recientemente, estamos viendo<br />
más muestras de acusaciones falsas e<br />
indirectas para tratar de poner en<br />
ridículo la obra y a los que trabajan en<br />
ella. La inclinación natural del ser<br />
humano es defenderse y luchar para<br />
contrarrestar las calumnias y llamar al<br />
orden a los que las divulgan. Pero<br />
cuando sintamos esas inclinaciones,<br />
debemos tener presentes las palabras<br />
del Maestro sanador que dicen:<br />
"Oísteis que fue dicho: Amarás a<br />
tu prójimo, y aborrecerás a tu<br />
enemigo.<br />
"Pero yo os digo: Amad a vuestros<br />
enemigos, bendecid a los que os<br />
maldicen, haced bien a los que os<br />
aborrecen, y orad por los que os<br />
ultrajan y os persiguen."