LIAHONA 1989-01.pdf - Cumorah.org
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72<br />
Doubleday, 1952, págs. 151-52.)<br />
"Hogar, dulce hogar; aunque sea<br />
humilde, no hay como el hogar"<br />
{Hymns, 1948, núm. 185). Dejamos<br />
de pensar en tan agradables recuerdos<br />
y meditamos en nuestros padres ya<br />
fallecidos, en los hermanos ya<br />
grandes, en la infancia desaparecida.<br />
Lenta pero ciertamente enfrentamos la<br />
verdad de que somos responsables del<br />
hogar que edificamos; tenemos que<br />
edificarlo con prudencia puesto que la<br />
eternidad no es un viaje corto. Habrá<br />
calma y viento, sol y sombra, alegría<br />
y dolor; pero si nos esforzamos de<br />
verdad, nuestro hogar puede ser un<br />
pedacito de cielo en la tierra. Lo que<br />
pensamos, lo que hacemos, la forma<br />
en que vivimos influye no sólo en el<br />
éxito de nuestra jornada terrenal sino<br />
que marca el camino a nuestras metas<br />
eternas.<br />
Los hogares felices tienen variados<br />
aspectos. Algunos son familias<br />
grandes: los padres y varios hijos que<br />
viven juntos con el espíritu del amor.<br />
Otros constan de uno solo de los<br />
padres con uno o dos hijos, en tanto<br />
que otros tienen tan sólo un ocupante.<br />
Sin embargo, hay ciertas<br />
características que definen un hogar<br />
feliz, sean cuales fueren el número o<br />
la descripción de los miembros de la<br />
familia. Me refiero a ellas como a los<br />
"distintivos de un hogar feliz", los<br />
cuales son:<br />
1. La costumbre de orar.<br />
2. Una fuente de aprendizaje.<br />
3. Una tradición de amor.<br />
4. Un tesoro de testimonio.<br />
"Del alma es la oración, el medio<br />
de solaz" (Himnos de Sión, núm.<br />
129). Tan universal es su aplicación,<br />
tan provechoso su resultado, que la<br />
oración se clasifica como el distintivo<br />
número uno de un hogar feliz. Al<br />
escuchar los padres la oración de un<br />
niño, ellos también se acercan a Dios.<br />
Los pequeños, que hace tan poco<br />
tiempo han estado con el Padre<br />
Celestial, no tienen inhibiciones para<br />
expresarle sus sentimientos, sus<br />
deseos, su agradecimiento.<br />
La oración familiar es el freno<br />
número uno del pecado y, por eso, es<br />
el más benéfico proveedor de alegría<br />
y felicidad. La vieja máxima sigue<br />
vigente: "La familia que ora unida<br />
permanece unida".<br />
"Es imposible que un matrimonio<br />
logre la felicidad si las aspiraciones<br />
de los esposos son diferentes. . .<br />
deben establecer un sólo ideal y<br />
esforzarse por alcanzarlo. . . Dejad de<br />
alimentar fantasías imposibles de un<br />
futuro imposible. Acomodad vuestros<br />
mejores sueños en el diario vivir"<br />
(Temple Bailey, "The Bride Who<br />
Makes Her Dreams Come True",<br />
Ladies Home Journal, junio de 1912).<br />
¿El 7 de octubre, mi esposa Francés<br />
y yo cumpliremos cuarenta años de<br />
casados. Nuestro casamiento se<br />
efectuó en el santo templo que está<br />
justamente al lado de este edificio<br />
donde nos encontramos reunidos. El<br />
que ofició la ceremonia, Benjamín<br />
Bowring, nos dijo: "Quisiera darles<br />
una fórmula infalible para que ningún<br />
desacuerdo que surja entre ustedes<br />
dure más de un día. Todas las noches,<br />
arrodíllense al lado de su cama. Una<br />
noche, usted, hermano Monson,<br />
ofrézcala oración en voz alta, de<br />
rodillas. A la otra noche, usted,<br />
hermana Monson, ofrezca la oración<br />
en voz alta, de rodillas. Y yo les<br />
aseguro que cualquier malentendido<br />
que haya surgido durante el día se<br />
desvanecerá al orar ustedes.<br />
Simplemente no podrán orar juntos<br />
sin experimentar los mejores<br />
sentimientos el uno hacia el otro".<br />
Cuando fui llamado al Consejo de<br />
los Doce, hace veinticinco años este<br />
fin de semana, el presidente McKay<br />
me preguntó sobre mi familia. Le<br />
conté de nuestra fórmula de oración<br />
por la que nos guiábamos y afirmé la<br />
validez de ella. Desde el asiento en<br />
que se encontraba, sonriendo, me<br />
dijo: "Esa misma fórmula ha sido una<br />
bendición para mi esposa y mi familia<br />
durante todos los años de nuestro<br />
matrimonio".<br />
La oración es el pasaporte al poder<br />
espiritual.<br />
El segundo distintivo de un hogar<br />
feliz se descubre cuando el hogar es<br />
una fuente de aprendizaje. Parte<br />
fundamental de ella son los buenos<br />
libros.<br />
¡Ah, libros, libros, tesoros del saber!<br />
¡Con qué fuerza podéis el alma<br />
edificar!<br />
Vuestra lectura fuente es de gran<br />
placer.