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REFLEXIONES

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ITAKA - ESCOLAPIOS www.marianistas.org REFLEXIÓN<br />

98. PAZ EN QUE NO CREO<br />

No.<br />

No creo:<br />

en la paz de los papeles,<br />

en la paz resultante de la guerra,<br />

en la paz que marcan las agujas de un reloj,<br />

en la paz hecha con millones de cadáveres,<br />

en la paz de la metralleta,<br />

en la paz de la mentira,<br />

en la paz del rico y poderoso,<br />

en la paz de la sangre,<br />

en la paz de la miseria,<br />

en la paz del hambre,<br />

en la paz de los nuevos caínes,<br />

en la paz del temor,<br />

en la paz de la disuasión,<br />

en la paz de las cabezas nucleares,<br />

en la paz de la tortura,<br />

en la paz de los campos de refugiados,<br />

en la paz del odio,<br />

en la paz de los campos calcinados,<br />

en la paz del dinero,<br />

en la paz de letras pequeñas,<br />

en la paz de millones de megatones,<br />

en la paz del cementerio.<br />

LA PAZ EN QUE CREO<br />

Creo:<br />

en la paz siempre joven,<br />

en la paz de los hombres nuevos,<br />

en la paz grabada en corazones de carne,<br />

en la paz sin tiempo,<br />

en la paz que destruye las armas,<br />

en la paz de bombas de risas,<br />

en la paz de la verdad,<br />

en la paz de los silos repletos de trigo,<br />

en la paz del ser frente al tener,<br />

en la paz sin barrotes,<br />

en la paz de los que se abrazan y se besan,<br />

en la paz de los que perdonan y olvidan,<br />

en la paz de los campos de girasoles,<br />

en la paz de los ricos limpios,<br />

en la paz que no se compra en los mercados,<br />

en la paz de la justicia,<br />

en la paz de la solidaridad,<br />

en la paz de la misericordia,<br />

en la paz del creador de la paz,<br />

en la paz con letras mayúsculas.<br />

99. LOS PIES DE LA IGLESIA<br />

San Pablo comparaba el cuerpo humano con el<br />

Cuerpo de Cristo: un grandioso organismo lleno<br />

de perfecciones; un palacio de las mil maravillas,<br />

que todos admiramos. Pocos pensamos,<br />

sin embargo, en los modestos pies, humildes,<br />

escondidos, pero tan necesarios: los pies cansados<br />

del turista, contemplando paisajes o visitando<br />

monumentos; los pies del peregrino,<br />

meditando sus pasos, rezando sus caminos; los<br />

del ama de casa, cargada con la compra; los<br />

pies del juerguista en sus noches de fiesta.<br />

Ellos nunca ven nada, ni de nada disfrutan. Pero<br />

se cargan día a día con el peso y el paso de la<br />

vida.<br />

Hay mucha gente en el Cuerpo de Cristo: son<br />

los buenos cristianos, silenciosos y anónimos;<br />

son la gente sencilla, con una fe escondida; son<br />

los enfermos que sufren, con el Señor crucificados;<br />

los ancianos que viven de su larga esperanza<br />

y de sus oraciones; son las monjas y<br />

monjes, que han quemado sus vidas como la<br />

lámpara del tabernáculo, para dar luz al mundo<br />

desde la sombra y el silencio.<br />

Nadie les mira, pero llevan encima el peso de la<br />

Iglesia. Cuando lleguen a Casa, a la Casa del<br />

Padre, los desgastados pies recibirán un baño y<br />

una suave caricia de amor y gratitud del que<br />

lavó los pies de sus pobres discípulos.<br />

Alberto Iniesta<br />

Vida Nueva nº 2028, febrero 1996<br />

100. PLANES<br />

Si tus planes son para un año, siembra trigo;<br />

si son para diez, planta un árbol;<br />

si son para cien años, instruye al pueblo.<br />

Sembrando trigo, cosecharás una vez;<br />

plantando un árbol, cosecharás diez veces;<br />

instruyendo al pueblo, cosecharás cien veces.<br />

Kuant-Sen<br />

101. EL PODER DEL AMOR<br />

Junto a Tainan en Formosa existe un monumento<br />

singular. Es memoria de un príncipe que<br />

consiguió acabar con los sacrificios humanos.<br />

Sus antepasados lo habían intentado repetidamente.<br />

Los habían prohibido. Habían castigado<br />

a los culpables. Algo habían conseguido. Pero<br />

cuando llegaba la fiesta anual de los dioses, los<br />

hombres de la tribu sentían la necesidad incoercible<br />

de hacer sacrificios humanos a pesar de<br />

las prohibiciones y de los castigos. Al príncipe<br />

se le ocurrió una idea que le hizo estremecer.<br />

Les permitió cazar para el sacrificio al primer<br />

hombre que vieran cabalgar por el borde de la<br />

selva. Y así lo hicieron. Pero cuando habían<br />

abatido al hombre, se dieron cuenta con horror<br />

de que se trataba del mismísimo príncipe, que<br />

se había ofrecido a sí mismo. Sobrecogidos por<br />

su entrega de amor, se comprometieron a suprimir<br />

los sacrificios humanos para siempre<br />

jamás.<br />

El poder del amor se había mostrado mucho<br />

más eficaz que la fuerza de las leyes.<br />

Misión Abierta nº 4 de abril de 1997<br />

102. POR QUÉ SOY PACIFISTA<br />

1. Porque creo que el derecho a la vida es el<br />

derecho fundamental de todos los seres (incluidos<br />

los seres humanos)<br />

2. Porque creo en la bondad natural del ser<br />

humano, cuya vida debe desarrollarse con amor<br />

y solidaridad, y no como egoísmo y competencia.<br />

3. Porque no odio a nadie ni creo en campañas<br />

contra nadie.<br />

Textos para orar y reflexionar 29

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