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El Vizconde de Bragelonne. Tomo II. Parte Primera.pdf - Ataun

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Aquel soldado no podía <strong>de</strong>jar el servicio sino<br />

por or<strong>de</strong>n expresa y urgente.<br />

<strong>El</strong> soldado, hemos dicho, partió <strong>de</strong> la<br />

Bastilla, y lentamente, como un dichoso mortal<br />

a quien, en vez <strong>de</strong> una facción ante un aburrido<br />

cuerpo <strong>de</strong> guardia, o en un baluarte no menos<br />

fastidioso, le llega la buena ganga <strong>de</strong> una libertad<br />

unida a un paseo, a cuenta <strong>de</strong> un servicio<br />

que son dos placeres. Dirigióse hacia el arrabal<br />

San Antonio, aspirando el aire, el sol, y mirando<br />

a las mujeres.<br />

Artagnan lo siguió <strong>de</strong> lejos, pues aún no<br />

había fijado sus i<strong>de</strong>as sobre lo que había <strong>de</strong><br />

hacer.<br />

"Es preciso, ante todas las cosas -pensó-,<br />

que vea la cara <strong>de</strong> esa buena pieza. Un hombre<br />

visto es un hombre juzgado."<br />

Artagnan dobló el paso, y, lo que no era<br />

difícil, alcanzó al soldado.<br />

No sólo vio su rostro, que era bastante<br />

inteligente y resuelto, sino también su nariz,<br />

que era un poco colorada.

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