14.05.2013 Views

La sociedad vallisoletana en los albores del siglo XX ...

La sociedad vallisoletana en los albores del siglo XX ...

La sociedad vallisoletana en los albores del siglo XX ...

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

75<br />

Diariam<strong>en</strong>te la muerte se pres<strong>en</strong>taba como una realidad física. Natural, infantil, epidémica,<br />

viol<strong>en</strong>ta o catastrófica, era un acontecimi<strong>en</strong>to cotidiano y, por tanto, asumido con toda naturalidad;<br />

pero el temor que irradiaba y se experim<strong>en</strong>taba ante su llegada, obligaba a permanecer necesaria y<br />

continuam<strong>en</strong>te preparados.” 276<br />

De ahí, por ejemplo, la gran minuciosidad con la que se procura que el difunto parezca<br />

dormido (explotando esa iterada metáfora de la muerte como sueño), que su aspecto sea<br />

tranquilizador: va a estar expuesto a la curiosidad de conocidos y desconocidos (<strong>en</strong> su caso), porque<br />

ante un velatorio o una ceremonia de conducción <strong>del</strong> cadáver la participación (como veremos) de<br />

una <strong>sociedad</strong> que vive la muerte como una am<strong>en</strong>aza muy pres<strong>en</strong>te <strong>en</strong> cada mom<strong>en</strong>to y edad, se<br />

desborda.<br />

En este s<strong>en</strong>tido, leemos <strong>en</strong> palabras <strong>del</strong> cronista de Villavaquerín:<br />

“A la mayor parte se les conduce <strong>en</strong> caja y a <strong>los</strong> demás <strong>en</strong> unas andas propiedad de la<br />

iglesia.<br />

A todos se les conduce al descubierto.”. 277 .<br />

También <strong>en</strong> Rioseco se apunta el detalle de que el fallecido desfila a la vista de la<br />

concurr<strong>en</strong>cia:<br />

“<strong>La</strong>s personas acomodadas mandan hacer una caja de madera forrada de tela negra, con<br />

cintas amarillas.<br />

En Rioseco hay una ag<strong>en</strong>cia funeraria que provee de cajas no sólo a dicha ciudad, sino<br />

también a <strong>los</strong> pueb<strong>los</strong> cercanos.<br />

A <strong>los</strong> pobres se les conduce <strong>en</strong> unas angarillas, propiedad de la iglesia o el ayuntami<strong>en</strong>to.<br />

Va descubierto.” 278<br />

Lo mismo se señala de Morales de Campos (y debe notarse, <strong>en</strong> consonancia con lo que<br />

hemos dicho, la disposición <strong>del</strong> cadáver <strong>en</strong> una imaginaria “cama” cuando es conducido <strong>en</strong> andas):<br />

“Cuando la familia ti<strong>en</strong>e recursos, adquiere una caja. Cuando es pobre se conduce el<br />

cadáver <strong>en</strong> unas anda, especie de cama que ti<strong>en</strong>e un jergón de paja, una almohada y una sábana;<br />

estas dos últimas son de la familia, y las recoge después <strong>del</strong> <strong>en</strong>tierro.<br />

Los cadáveres van siempre descubiertos.” 279<br />

En cambio, como señalan algunos corresponsales, las familias de elevados recursos,<br />

especialm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la capital, no suel<strong>en</strong> admitir ese contacto directo <strong>en</strong>tre el fallecido y la<br />

comunidad.<br />

De d<strong>en</strong>tro de la estancia mortuoria sale al exterior el incansable rezo de <strong>los</strong> sacerdotes<br />

designados como plañideros, así como “rezadoras” o ”rezonas” (se considera que las mujeres<br />

cumpl<strong>en</strong> mejor este papel), a qui<strong>en</strong>es paga la familia para dirigir el duelo. <strong>La</strong> profusión de llantos,<br />

rezos y expresiones desgarradas de dolor parece, pese a la relación mercantil que las motiva <strong>en</strong><br />

muchas de las asist<strong>en</strong>tes (como hemos dicho, pagadas para “llorar”), pret<strong>en</strong>de también contribuir<br />

a descargar el dolor de <strong>los</strong> allegados (al repartirse, al m<strong>en</strong>os apar<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te, éste); así como dar la<br />

s<strong>en</strong>sación de una importancia <strong>del</strong> finado <strong>en</strong> la comunidad (proporcional a la magnitud <strong>del</strong><br />

velatorio), <strong>en</strong> este último acto destinado a preservar su memoria <strong>en</strong>tre sus convecinos.<br />

276 Máximo García Fernández, Los castellanos y la muerte. Religiosidad y comportami<strong>en</strong>tos colectivos <strong>en</strong> el Antiguo<br />

Régim<strong>en</strong>. Junta de Castilla y León, Valladolid, 1996, p. 69.<br />

277 Defunción. Ficha nº 90.<br />

278 Defunción. Ficha nº 85.<br />

279 Defunción. Ficha nº 89.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!