desarrollo - Covide-Amve

de seguir a Jesús, el gozo de la vocación no
es tampoco una aventura solitaria ni un
ejercicio narcisista. El seguimiento de Jesús
y su alegría comporta necesariamente la
comunidad, la comunión. La relación
entre Jesús y sus discípulos crea
comunión: «Permaneced en mí, y yo en
vosotros» (Jn 15, 4). Y de la comunión (con
Jesús, con los hermanos) brota la misión,
prolongación de la misión de Jesús y de su
entrega por todos.
La eucaristía hace visible sacramentalmente
esta identificación con Jesús y la
comunión de los hermanos en Él. La eucaristía
es también origen y meta de la
misión.
“Permaneced en mí y yo en vosotros”
En el momento supremo de su vida, cuando
va a consumar su Pascua, su entrega
por nosotros hasta la muerte y su resurrección,
Jesús reúne a sus discípulos y tomando
el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio
diciendo: ‘Tomad y comed, esto es mi
Cuerpo’. Acabada la cena, tomó el cáliz y,
dando gracias de nuevo, lo pasó a sus discípulos
diciendo: ‘Tomad y bebed, este es
el cáliz de mi sangre que se entrega por
vosotros y por todos’. Y les dijo también:
‘Haced esto en memoria mía’ (1Cor 11, 23-
25).
Los seguidores de Jesús de todos los tiempos
saben que “cuando la Iglesia celebra la
Eucaristía, memorial de la muerte y resurrección
de su Señor, se hace realmente
presente este acontecimiento central de
salvación y se realiza la obra de nuestra
redención” xi .
La eucaristía no es un regalo, entre otros
muchos, de Cristo a la Iglesia; es el don por
excelencia, porque es don de sí mismo: es
la misma persona de Cristo y su obra de
salvación xii .
vocación-misión
servicio doctrinal
Uno de los textos más conocidos y citados
de San Vicente de Paúl, “el amor es inventivo
hasta el infinito”, forma parte de la
exhortación a un hermano moribundo: no
tema, el amor de Dios es más grande que
nuestras debilidades, la eucaristía es
regalo del amor inventivo de Dios: “como
el amor es inventivo hasta el infinito... instituyó
este venerable sacramento que nos
sirviera de alimento y de bebida... como el
amor lo puede y lo quiere todo, él lo quiso
así” xiii
Santa Luisa de Marillac, por su parte, presenta
la Eucaristía como el legado testamentario
que hace a la Iglesia su Esposo,
Jesús Crucificado, y como un tesoro xiv . La
Eucaristía se entiende a partir del plan de
salvación del Hijo de Dios que quiere hacerse
cercano a los hombres y salvarlos y san-
tificarlos desde su Encarnación xv .
La Iglesia llama a la eucaristía “misterio de
fe”, “sacramento admirable”, y expresa de
múltiples formas su gran estima por ella.
San Vicente, con el lenguaje de su tiempo,
explica el sentido de la eucaristía en la vida
de los seguidores de Jesucristo: “Nuestro
Señor instituyó este augusto sacramento,
verdadera base y centro de la religión, la
noche antes de su pasión, juzgando que no
podía expresar debidamente el amor que
tenía por el hombre más que dejándole su
cuerpo; y esto lo hizo para que, puesto que
ya hemos sido reconciliados con Dios por su
muerte y su pasión, experimentemos los
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