desarrollo - Covide-Amve

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vocación-misión
testigos
la mano de Dios
me ha conducido.....
Hay lugares que tienen especial fuerza y significado para cada uno de nosotros.
Algunos lo son por un acontecimiento concreto. Otros por haber sido frecuentados en
repetidas veces a lo largo de nuestra vida.
Estos últimos producen impactantes experiencias al regresar a ellos después de un
largo periodo de tiempo. Y hacen que la mente se pueble de recuerdos y fotografías de
todo lo allí vivido. Y adquieren un significado especial, un valor que los hace únicos, independientemente
encima de su belleza o importancia. Y me hacen comprender la tradición
que el libro de los Números cuenta sobre el pueblo judío, a quienes se pedía que se descalzasen
al entrar en la Tienda del encuentro, porque era lugar sagrado. Son sitios en los
que surge la oración a Dios de forma espontánea.
La vida me ha dejado muchos de ellos. Así, sin pensarlo mucho vienen a mi memoria
una playa de levante en la que paseaba por las tardes durante muchos años de vacaciones
con mi familia; el camino hacia la Escuela de Arquitectura técnica, que estaba precioso
en otoño; el mirador en lo alto de Cabeza de Hierro Mayor, en la sierra de
Guadarrama adonde tantas veces he llegado con la mochila a la espalda; el antiguo colegio
de La Almudena en el barrio de Lavapiés, ahora convertido en edificio público, donde
comencé a descubrir el mundo de los marginados y los empobrecidos; la explanada de
Benagalbón donde viví profundas experiencias que marcaron el inicio de mi seguimiento
de Jesús; el paseo a lo largo del río, o el castillo en Burgos, lugares en los que adquirí mi
nombre como paúl, comencé a profundizar en el misterio de Dios para poder comunicarlo
a otros, y donde aprendí el trabajo organizado y sistemático a favor de los pobres…
Cuando regreso a ellos es inevitable que la mirada se pierda en el infinito, y que
comiencen a venir imágenes de otros tiempos. Algunas refrescando sonrisas y alegrías,
otras recordando el rostro de personas con las que compartí vida, esperanzas y dolores;
otras muchas de trabajos y luchas compartidas; no pocas de profundos sufrimientos que
hacen volver a brotar las lágrimas…
Y la vida parece en esos instantes un profundo misterio. Regresando a esos recuerdos,
en ninguno de ellos habría podido imaginar lo vivido posteriormente. Y compruebo
como la vida ha ido tomando giros inesperados y caminos que no respondían a muchos
de mis planes iniciales.