desarrollo - Covide-Amve

Porque no aceptamos que el proyecto de
Dios pase por el dolor y la cruz, perdón
Señor.
Porque somos autosuficientes y no nos
dejamos evangelizar por otros, perdón
Señor.
Porque somos duros y arrogantes, incluso
con aquél que se nos acerca con cariño,
perdón Señor.
Porque nos engañamos pensando que ya no
habrá más misioneros y siervas, perdón
Señor.
LECTOR A:
Entonces Jesús les dijo: ¡Qué necios y torpes
sois para creer lo que anunciaron los
profetas! ¿No era necesario que el Mesías
padeciera esto para entrar en su gloria?. Y
comenzando por Moisés y siguiendo por los
profetas les explicó lo que se refería a él en
toda la Escritura.
LECTOR B:
¡Cuánto nos cuesta aprender esta lección!:
la felicidad pasa por la entrega de la propia
vida, aunque eso conlleve sufrimiento y
dolor. En cada Misa recordamos el SACRIFI-
CIO, con mayúscula, de Jesús: un cuerpo
que se parte, una sangre que se derrama…
Recordamos su mandato: HACED ESTO
CADA VEZ QUE ME RECORDEIS. Es decir,
entregad vuestra vida. La verdad, comulgamos
con Jesús pero a medias, queremos
seguirle pero sin que nos complique la vida,
sin que nos toque “nuestro proyecto”… Con
Cleofás y su compañero, digámosle: ESCU-
CHANOS, SEÑOR.
Para que comprendamos que nadie mejor
que tú sabe lo que nos conviene, escúchanos
Señor.
Para que nos dejemos educar por ti, de
vocación-misión
servicio oracional
modo que seas tú quien nos descubra el
sentido de nuestra vida, escúchanos Señor.
Para que no tengamos miedo a entregar
nuestra vida radicalmente, como tú, escúchanos
Señor.
Para que aceptemos con alegría las dificultades
y sufrimientos que nos vienen de
nuestra opción por tu Reino, escúchanos
Señor.
Para que suscites entre nosotros muchos
hombres y mujeres que repartan su vida
como un pan entre los pobres, escúchanos
Señor.
LECTOR A:
Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo
ademán de seguir adelante, pero ellos le
apremiaron diciendo: Quédate con nosotros
porque atardece y el día va de caída. Y
entró para quedarse con ellos. Sentado a la
mesa con ellos tomó el pan, pronunció la
bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les
abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él
desapareció… Ellos comentaron: ¿No ardía
nuestro corazón mientras nos hablaba por
el camino y nos explicaba las Escrituras?...
LECTOR B:
Como en Emaús, también en la Eucaristía
Jesús ha querido quedarse con nosotros.
Pan y Palabra se conjugan, para hacer efectiva
la presencia de Jesús en la comunidad,
por eso le decimos: GRACIAS, SEÑOR.
Porque haces arder nuestro corazón cuando
leemos tu Palabra, gracias Señor.
Porque nos abres los ojos cada vez que
celebramos la fracción del pan, gracias
Señor.
Por la vida de los misioneros, sacerdotes y
hermanos, que reparten el pan de tu
Palabra y de tu Cuerpo entre los pobres,
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