desarrollo - Covide-Amve

existencia cristiana. La primera y más
importante es que se convierte en celebración
de la acción salvadora de Dios. Cuando
partimos el pan agradecemos nuestra salvación
a través del recuerdo y actualización
de la muerte y resurrección de Cristo. La
segunda queda al descubierto por la referencia
a la comunidad eclesial, que es quien
celebra, y a la comunidad humana en general.
La eucaristía constituye a la Iglesia, que
vive de ésta, y crea lazos de fraternidad
entre los hombres y mujeres de nuestro
mundo. Y así llegamos a la tercera, muy
vicenciana además: como celebración fraterna
este signo debe motivarnos en nuestro
compromiso de abolir todas las barreras
que nos separan a unos de otros: “sin un
vocación-misión
editorial
compromiso contra el despojo y la alineación
y a favor de una sociedad solidaria y
justa, la celebración eucarística es un acto
vacío” (Gustavo Gutiérrez).
Un mismo pan, un mismo servicio y
una misma alegría nos constituyen en compañeros
de camino, todos iguales, agradecidos
porque “el amor es infinitamente
inventivo” (Vicente de Paúl) y Dios ha querido
permanecer entre nosotros hecho
comida (pan) que se reparta (servicio) en
una celebración de todo lo que sucede en la
vida (alegría).
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