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desarrollo - Covide-Amve

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expresa solamente una experiencia cotidiana<br />

de fe, sino que encierra en síntesis el<br />

núcleo del misterio de la Iglesia. Ésta experimenta<br />

con alegría cómo se realiza continuamente,<br />

en múltiples formas, la promesa<br />

del Señor: “He aquí que yo estoy con<br />

vosotros todos los días hasta el fin del<br />

mundo” (Mt 28,20); en la Sagrada<br />

Eucaristía, por la transformación del pan y<br />

el vino en el cuerpo y en la sangre del<br />

Señor, se alegra de esta presencia con una<br />

intensidad única. Desde que en<br />

Pentecostés, la Iglesia, Pueblo de la Nueva<br />

Alianza, ha empezado su peregrinación<br />

hacia la patria celeste, este divino<br />

Sacramento ha marcado sus días, llenándonos<br />

de confiada esperanza.<br />

Así pues, el Pan de la Eucaristía es tan<br />

indispensable para la vida del alma como el<br />

pan de la mesa lo es para la del cuerpo. El<br />

pan es el alimento básico, que para compartirlo<br />

hay que tenerlo. Y a veces ni siquiera<br />

existe un poco de ese preciado y sencillo<br />

alimento. ¿Cuál podría ser el pan que tenemos<br />

nosotros, los Vicencianos?. El pan de<br />

la acogida. Abrir un espacio en el corazón<br />

para que el otro pueda existir. Aceptar la<br />

realidad tal y como es, luchando codo a<br />

codo por mejorarla. Hacer al otro importante.<br />

Ofrecerle la paz necesaria para que<br />

pueda crecer.<br />

UN MISMO SERVICIO. Y este, hecho con<br />

amor afectivo y efectivo; dando prioridad a<br />

la atención hacia las personas, su vida, las<br />

realidades socio-culturales de los pueblos y<br />

atención hacia el Espíritu de Dios que actúa<br />

en el mundo.<br />

San Vicente nos recuerda que el<br />

Amor implica la justicia, respetando las<br />

situaciones particulares, dando a conocer<br />

vocación-misión<br />

pórtico<br />

las llamadas y las aspiraciones legítimas de<br />

los más desfavorecidos, que no tienen la<br />

posibilidad de hacerse oír.<br />

Servirles, siendo uno más entre ellos, con<br />

los de otras culturas, allá en medio de parajes<br />

recónditos... Hacer como aquella Hija<br />

de la Caridad que al hablarle a San Vicente,<br />

confesaba el gozo que había sentido al servir<br />

a los enfermos, le parecía que no andaba,<br />

sino que tenía alas y volaba para servirles<br />

mejor.<br />

PARTICIPA CON ALEGRÍA. Esta es nuestra<br />

parte. Estos son los deberes que nos<br />

toca hacer pronto y bien.<br />

Participar es involucrarse, meterse.<br />

Saber encontrar la alegría en todas partes.<br />

Saber dejarla siempre a nuestro paso.<br />

Es vivir desde lo más profundo del alma y<br />

con pasión las palabras “Amor”, “Libertad”,<br />

“Madre”, “Dios”. Porque cada una de ellas<br />

nos llevará a ideales nobles, a compromisos,<br />

para conseguir una vida mejor.<br />

Participar es descubrir que la felicidad la<br />

construimos cada mañana y cada tarde<br />

con nuestro propio y constante esfuerzo.<br />

Por eso, unidos al sentir de este slogan,<br />

compartamos con cuantos nos rodean, todo<br />

nuestro pan, hagamos un servicio común,<br />

llevando a nuestro alrededor la capacidad<br />

de crear un mundo mejor.<br />

Estos son los frutos del Espíritu: Amor, alegría,<br />

paz, comprensión, servicialidad, bondad,<br />

lealtad, amabilidad, dominio de si. Si<br />

vivimos por el Espíritu, marchamos tras el<br />

Espíritu. (Gálatas, 5, 24-25)<br />

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