desarrollo - Covide-Amve

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vocación-misión
servicio litúrgico
SUGERENCIAS PARA LA HOMILÍA:
(La homilía debe ser elaborada por cada
sacerdote o grupo que celebra. Esta reflexión,
quiere ser sólo una humilde y sencilla
ayuda).
Esta Palabra que acabamos de escuchar, yo
la calificaría como palabra de esperanza.
No, en vano, la primera lectura se proclama
en Adviento, tiempo de esperanza por
antonomasia. Es, por tanto, palabra muy
apropiada para celebrar a esta mujer, Luisa
de Marillac, que sembró y siembra arrobas
de esperanza en tantos menesterosos, servidos
por ella en el siglo XVII, y desde
entonces, sin solución de continuidad,
hasta hoy, por sus Hijas, en cualquier rincón
de la tierra donde Ellas escuchando y
sintiendo el dolor de los pobres, ejercen su
servicio de amor. En cada excluido palpan y
se encuentran con el Cristo que sufre.
Esta palabra de Isaías, es una palabra
honda, sabia, limpia y clara, que va al centro
de las exigencias de toda conciencia
bien formada. Una palabra que reclama a
todo creyente una acción franca y decidida
que le lleve a la liberación de cualquier
oprimido. Yo creo que Isaías esta describiendo
un sueño que compartimos Dios y
los humanos desde el Paraíso: partir el pan
con el hambriento, hospedar a los pobres
sin techo, vestir al que ves desnudo y no
cerrarte a tu propia carne. Cuando esto
ocurra, el cielo habrá empezado a ser una
realidad en esta tierra. Y Dios dirá: “Os ha
costado descubrir el secreto de la felicidad,
pero, por fin lo habéis encontrado;
ha sido un camino largo y duro,
pero ha merecido la pena. Gracias Isaías
por abrir nuestros ojos a una realidad que
con la ayuda de Dios está al alcance de
nuestra mano.
En la segunda lectura nos encontramos con
Tabita, mujer de corazón tierno, joven y
generoso que hacía infinidad de obras buenas.
Como Santa Luisa de Marillac, cuyo
sueño era servir con la misma diligencia a
Dios y a los pobres.
El evangelio es una edición neotestamentaria
de lo que nos decía el Profeta Isaías en
la primera lectura. Según Mateo los tiempos
mesiánicos serán así: daremos pan a
los hambrientos; de beber a los que tienen
sed; en todas las casas habrá una habitación
para el forastero, emigrante, transeúnte;
ropa en abundancia para quienes no
pueden ir a comprarla a los grandes almacenes;
los enfermos sanarán todos y las
cárceles habrán desaparecido porque no
habrá delincuentes. Pero, ¿sabéis una
cosa?. Todo esto lo quiere hacer Dios a través
de ti. Es una oportunidad única, no la
dejes pasar de largo.
Este utópico proyecto es el que Luisa de
Marillac trató de llevar a la vida. Este fue
el itinerario formativo que enseñó a las primeras
aldeanas llamadas a la Compañía,
como Margarita Naseau, para que siempre
tuvieran claro cómo se puede ser una
buena Hija de la Caridad que se deja interpelar
de continuo por la Caridad de Cristo
que apremia, empuja y anima. Santa Luisa
de Marillac, fue la mujer, que junto con San
Vicente, hicieron posible esa obra de amorservicio,
que atendió a todas las pobrezas,
desde su tiempo hasta hoy. Volcó toda su
ternura de madre para que los pobres se
sintieran acogidos y queridos.
Estamos celebrando esta semana en la que
festejamos a la Santa, la Semana Vocación-
Misión; en ella queremos dar a conocer el
carisma vicenciano y la preocupación por
la falta de vocaciones a la Compañía, a la
Congregación y al laicado vicenciano. Que