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cucharse el Himno Nacional, paso previo
a la celebración del acto de homenaje
a los que dieron su vida por España.
Un soldado y un marinero depositaron
una corona de laurel junto al mástil. Al
unísono la Banda y Música de la Agrupación
de Infantería de Marina de Madrid
y las gargantas de los componentes
de la compañía de honores entonaron
La muerte no es el final. Después, el responso,
el toque de oración, la descarga
de fusilería y la irrupción sobre la verti-
Seis soldados, dos por cada
Ejército y dos guardia civiles,
portaron una bandera de
España de 17,5 m 2 en el acto
de homenaje a
la Enseña nacional.
La Armada estuvo
representada, entre otras
unidades, por las escuelas
Naval Militar de Marín
(Pontevedra) —en la imagen—
y de Suboficiales de San
Fernando Cádiz.
cal del paseo de la Independencia de la
patrulla Águila del Ejército del Aire dejando
tras de sí una estela roja y gualda.
La rápida entrada de la patrulla
Águila, con sus siete reactores acrobáticos
C-101 Mirlo de la Academia General
del Aire cogió desprevenidos a los
ciudadanos que no habían preparado
sus móviles y cámaras digitales para
fotografiar el desfile aéreo. Hasta poco
antes del inicio del acto no estuvo garantizado
el vuelo de los aviones y de
los helicópteros militares. Los más viejos
del lugar recordaron los nubarrones
de 1982, único precedente hasta ahora
de la celebración de la festividad de los
Ejércitos en la capital aragonesa. Hace
26 años las aeronaves no pudieron despegar
por culpa de la lluvia.
En esta ocasión, sobrevolaron la tribuna
presidencial seis aviones de combate
F-18 del Ala 15 de Zaragoza y
cuatro del Ala 12 de Madrid, cuatro
Mirage F-1 del Ala 14 de Albacete y