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En 1991, soldados del entonces recién creado Ejército croata durante la guerra
de independencia que mantuvieron con las fuerzas leales a Serbia.
Del ejército de la guerra
a soldados de la paz
SURGIDO y forjado en la guerra de la independencia de 1991, el
Ejército Croata (Hrvatska Voyska) ha vivido en sus quince años de
historia una radical transformación. Fruto del resquebrajo que produjo el
fin de la Guerra Fría, durante estos años ha conocido el amargor de las
derrotas (en la caída de Vukovar padeció uno de los reveses más duros
de los conflictos balcánicos), el entusiasmo de las victorias (como la
famosa Operación Tormenta en agosto de 1995 que culminó con la
recuperación en tan sólo tres días de 11.000 kilómetros cuadrados de
territorio croata ocupado por Serbia) y ha logrado transformase en un
Ejército plenamente democrático y símbolo de la nueva Croacia. En
este momento, las Fuerzas Armadas de Zagreb están en pleno proceso
de modernización —que culminará en 2010—, y participan en buena
parte de las misiones internacionales de paz actualmente desplegadas
tanto por las Naciones Unidas como por la OTAN. Hoy en día Croacia
es, sin duda, un fiel aliado en Afganistán (a lo largo de este año aumentará
su despliegue hasta cerca de 500 soldados) y tiene desplegados
observadores de la ONU en los cinco continentes.
Evidentemente, el proceso no ha sido fácil. A finales de la década de
los 80, el nacionalismo de Fanco Tudjman modeló un Ejército al servicio
de sus intereses políticos. En junio de 1991, Croacia declaró su
independencia y se desató contra Belgrado una cruenta e intensa
guerra civil. El poderoso Ejército Popular de Yugoslavia se alió de forma
mayoritaria con Belgrado, aunque algunas unidades ubicadas y dirigidas
por croatas se aliaron a las fuerzas de Tudjman. El estallido de
la guerra de Bosnia minimizó el conflicto en Croacia que, con altibajos,
se mantuvo en las zonas croatas de mayoría serbia hasta los
acuerdos de paz de Dayton de diciembre de 1995. Desde entonces,
Zagreb —estos acuerdos fijaron unos topes de efectivos humanos y
materiales para las FAS croatas— emprendió una profunda reforma
para democratizar, despolitizar, racionalizar y modernizar sus FAS.
Mayo 2008
Franz Gustincich/Linea Press
reformar la administración pública y
reducir las prácticas corruptas».
Complementando su acercamiento a
la OTAN y el Acuerdo de Asociación y
Estabilización con la UE, Albania
trabaja en estrecha cooperación con
otros países de Europa sudoriental para
conseguir pactos bilaterales en una serie
de áreas y proyectos conjuntos.
Por lo demás, Albania apoya la independencia
de Kosovo y la presencia indefinida
de las fuerzas de la OTAN en la región
balcánica, que considera imprescindible
en vista de la quebradiza situación.
FUTURO
Macedonia, el país que ha quedado a las
puertas de ingresar en la OTAN, cuenta
con unos 8.000 soldados, y un presupuesto
militar de 100 millones de euros,
que espera cuadruplicar en los próximos
años. Participa en cinco misiones militares
en el exterior, con unos 250 efectivos
en Afganistán y en Irak, y el apoyo popular
a la entrada en la Alianza Atlántica es
casi tan unánime como en Albania.
Como consecuencia del rechazo
momentáneo de la OTAN, y la recién
declarada independencia de Kosovo, la
República de Macedonia sufre una seria
crisis política que ha llevado al Gobierno
a disolver el parlamento y convocar elecciones
anticipadas el 1 de junio. La disolución
de la cámara se produjo al apoyar
los diputados del partido conservador
VMRO-DPMN y del albanés DPA una
moción presentada por el DUI, que es el
mayor partido albanés del país. Más de
una cuarta parte de los dos millones de
habitantes de Macedonia son de etnia albanesa,
muy vinculados históricamente
a los habitantes de Kosovo y Albania, y
han protagonizado en los últimos años
choques con la mayoría macedonia, pese
a lo cual el Gobierno de Tirana ha subrayado
repetidas veces que descarta
completamente el proyecto de una Gran
Albania que aglutine a todos los albaneses
de los Balcanes. «Respetaremos
siempre nuestras fronteras, incluidas las
de Kosovo, y nunca intentaremos
formar una Gran Albania» —ha dicho
Fatmir Mediu—. Buenos propósitos
vigilados a partir de ahora por la sombra
del Gran Hermano euroatlántico, que
sigue recogiendo socios e imponiendo su
influencia en la región más frágil y
explosiva de Europa.
Fernando Martínez Laínez
Revista Española de Defensa 59