ESPAÑOLA - Portal de Cultura de Defensa - Ministerio de Defensa

La prensa
internacional
coincide en
que
Washington
debe cambiar
su estrategia
para
mantener
la influencia
en la zona
nen de su propio sistema social y
bancario, tiene aeropuerto y controlan
la seguridad, las importaciones o
cualquier movimiento en todo el sur
del Líbano. Nunca una organización
terrorista ha dispuesto de una infraestructura
similar», continúa la
revista norteamericana. Además y
sobre el terreno, no hay ninguna
fuerza, afirma, capaz de vencer a
Hizbulá por las armas.
El conflicto que en agosto de 2006
enfrentó durante dos semanas a
Israel con el Partido de Dios quedó
en tablas. Tampoco hay que olvidar
que Siria e Irán, aunque de forma
velada, juegan sus cartas en el Líbano
mediante el apoyo de Hizbulá.
«El dominio de Hizbulá en Beirut
permite a Teherán proyectar su poder
hacia el mar Mediterráneo, una
situación que Estados Unidos y Europa
deberían tener en cuenta a la
hora de definir sus estrategias» opina
Time y aconseja a la administración
norteamericana que modifique
su modus operandi si desea mantener
la influencia en la zona. «Tras lo
sucedido en Irak, parece claro que
la opción militar no es la mejor.
Quizá ha llegado la hora de sentarse
a negociar con Irán o Siria y de
aceptar que la primacía de Israel ya
no es tan clara».
MODIFICAR ESTRATEGIAS
Una línea argumental en la que también
coinciden otros medios. «El cambio
de presidente en la Casa Blanca
será una oportunidad histórica para
que Estados Unidos de un enfoque
nuevo y modifique radicalmente su
política hacia Oriente Medio» indica el
diario The New York Times. Opinión
muy similar a la del semanario británico
The Economist que explica cómo
ha sido posible llegar a un acuerdo el
pasado 23 de mayo para designar
presidente en el Líbano después de
más de seis meses de infructuosas
negociaciones. El nombramiento del
general Michel Suleiman «fue posible
gracias a un cambio en la actitud de
Estados Unidos, a una cierta relajación
que se vive en la zona y que está
permitiendo que enemigos aférrimos
como Siria e Israel hayan comenzado
una ronda de negociaciones», indica
esta revista. Y concluye que «sólo un
acuerdo regional de todas las partes
implicadas permitirá alcanzar una paz
definitiva en el Líbano».
Por su parte, la revista Newsweek
afirma en un editorial que «La estrategia
de la administración Bush
contra Hizbulá ha consistido en una
mezcla de aislamiento, beligerancia
y presión militar. Siempre ha rechazado
dialogar con los líderes de la
guerrilla o sus aliados en Teherán
y Damasco.
Hace dos años, Washington apoyó
incondicionalmente la decisión del
primer ministro israelí, Ehud Olmert,
de atacar el sur del Líbano y prestó
ayuda militar al Gobierno libanés.
Hoy, Hizbulá sigue siendo igual de
fuerte en el Líbano, Irán tiene mayor
influencia en la región y Estados
Unidos y su aliado, el primer ministro
libanés, Fual Siniora, han sido
marginados».
LA REVISTA
NEWSWEEK
INDICA QUE
LA OPCION
MILITAR NO DEBE
SER LA ÚNICA
ESTRATEGIA PARA
TRATAR CON
GRUPOS COMO
HIZBULÁ, HAMÁS O
LOS TALIBANES.
La respuesta a esta situación la encuentra
Newsweek en el enfoque de
Norteamérica hacia Hizbulá: el Partido
de Dios no es como Al Qaeda y no
puede ser tratado de la misma manera.
«Hizbulá —explica esta revista—
es un grupo con profundas raíces
sociales que se ha convertido en la
voz de la comunidad chií en el Líbano,
un importante sector de la población
que durante años ha estado marginado
de las estructuras de poder (....).
Posee una infraestructura capaz de
proporcionar asistencia médica, ayudas
y bienestar a una población muy
abandonada por el Gobierno central
(...). En definitiva, Hizbulá no es sólo
una guerrilla, sino que cuenta con el
respaldo de más de un millón de personas
que, obviamente, no pueden
ser combatidas por medios militares».
La reflexión del semanario estadounidense
va más allá y se hace
extensible a otros considerados enemigos
por el Pentágono. «No se
trata exclusivamente de Hizbulá.
Hay otros grupos, como Hamás o los
talibanes, ante los que la administración
Bush a adoptado una actitud de
macho, con una enfoque exclusivamente
militar. Estos tres grupos
poseen una base política con fuertes
raíces entre la población. Tacharlos
de demonios y prometer su completa
destrucción es un error; de hecho,
hacer esto sólo ayuda a mitificarlos
por su fuerza y resistencia. Lo que
hace falta es una estrategia política
eficaz para combatirles, disminuir los
motivos por los que la gente les
apoya y marginar a sus facciones
más violentas. No habría que descartar
mantener contactos, dialogar
con sus líderes más moderados
como parte de una proyecto más
ambicioso que culmine en la integración
de estos grupos en el sistema
político democrático». Una idea hoy
todavía un tanto utópica pero que,
como indica Newsweek, podría
hacerse realidad si estamos dispuestos
a hablar, escuchar y considerar
los criterios de todos los actores
implicados en Oriente Medio, lo
que «incluye no sólo a los aliados,
sino también a Irán y Siria».
Mayo 2008 Revista Española de Defensa 61