Relatos campesinos del Plan Chontalpa - Colegio de Postgraduados
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De la selva a la frontera. <strong>Relatos</strong> <strong>campesinos</strong> <strong><strong>de</strong>l</strong> <strong>Plan</strong> <strong>Chontalpa</strong><br />
Una vez fui, tenía rato que no iba y sí, había comida bastante.<br />
Cuando me ve el pastor,<br />
- ¡Reyes! - me dice y me abrazó.<br />
Entonces me habló su esposa Regina,<br />
- Reyes – dice - vieras como esta alegre Tito <strong>de</strong> que estas<br />
aquí.<br />
- ¡A poco sí! - le digo.<br />
- Sí ¡Vieras como esta alegre! - dice.<br />
Una vez estábamos ahí, cuando mandaron a Corea al pastor.<br />
- Dice Tito que se va, se vino a <strong>de</strong>spedir. A ver que les trae<br />
<strong>de</strong> regalo. Lo mandaron a Corea y me <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> encargo<br />
que yo te esté vigilando.<br />
A mí na’ mas risa me daba. Cuando yo me vine ya nunca lo vi,<br />
ni él me vio y por mala suerte se me olvidó el ajedrez. Eso le<br />
platico a mi esposa,<br />
- ¡Ah! se me olvidó el regalo <strong><strong>de</strong>l</strong> pastor - le digo.<br />
Jovencito el pastor, muy alegre. Me acuerdo cuando me dijo<br />
¿Qué haría yo si tuviera allá a mi esposa y a mi hija? ni modo,<br />
perdí.<br />
El recuento<br />
Mi amigo regresó por segunda vez, al año y una semana, o<br />
algo así. Lo que pasa es que él trabajó bastante en Estados<br />
Unidos, y yo, por culpa <strong>de</strong> él, por irme a California, perdí un<br />
buen dinero. Cuando estábamos allá así le <strong>de</strong>cía. En la primera<br />
pasada con otro compa, trabajábamos en esa camaronera, la<br />
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