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45 2. EL COMENTARIO DE NEBRIJA 2.1. DESCRIPCIÓN En 1503 ...

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de que dicha lucha había de empezar por Salamanca 67 , núcleo y centro de saberes, de<br />

donde irradiaría al resto (como los primeros predicadores del Cristianismo habían<br />

comenzado por Atenas, Antioquía y Roma).<br />

Así, junto a estas ideas generales, traería en su mente ejemplos concretos: el modo<br />

de proceder de los humanistas italianos, el tipo de autores que eran centro de su interés, la<br />

clase de obras que se publicaban, etc. <strong>En</strong> Italia, como dice Fontán 68 , él buscaba lo que hoy<br />

llamaríamos los aires literarios del Renacimiento 69 , del que había llegado a España la<br />

noticia, pero no sus efectos 70 .<br />

De la manera de trabajar los italianos en lo que a explicación de autores de refiere,<br />

aun cuando se publicaron los trabajos sobre la obra de Persio él hubiera regresado ya a<br />

España, pudo tomar buena nota. Pudo conocer los comentarios sobre el volaterrano de<br />

Fontius, que habían sido editados en Florencia en 1477, los de Britannicus (Brescia 1481),<br />

los de I. Badius (de 1499 la primera edición), los de Ferrarius (1500?) o el de Plautius<br />

(1501) 71 y no sabemos si también el comentario manuscrito de Politianus 72 .<br />

Junto a la estancia en Italia tiene su importancia en la obra de Nebrija, y en ésta que<br />

nos ocupa igualmente, el mecenazgo del que gozó 73 .<br />

El matrimonio de nuestro gramático con doña Isabel de Solís que debió de tener<br />

67 Y quizá a la vez que el ansia de "restaurar" la lengua latina en España, y de fijar, por otra parte, una<br />

lengua, compañera de un imperio (causa última de su Gramática), movió a Nebrija el deseo de que su<br />

"patria" no estuviera ajena a las corrientes culturales europeas, de que no hubiera nada que envidiar a otros<br />

países, Italia, sobre todo. Este amor a lo hispano guió las actuaciones de Nebrija; un patriotismo tal que<br />

incluso produjo en él rechazo, menosprecio y casi odio hacia algunos italianos (cf. su actitud frente a<br />

Marineo Sículo, que ha sido puesta de relieve, por ejemplo, por el prof. Maestre (MAESTRE 1995: 144,<br />

165); relación a la que también prestó atención A. da Costa Ramalho (RAMALHO 1994), y más<br />

recientemente la profesora Jiménez Calvente en un documentado intento de datar el momento de esa<br />

turbulencia entre ellos (JIMÉNEZ 1998).<br />

68 FONTÁN (1993: 43).<br />

69 Allí fue como otros españoles (Juan de Padilla, Alonso de Palencia o Juan del <strong>En</strong>cina), y allí aprendió<br />

teología, medicina y derecho, y conoció a la perfección el latín, el griego y el hebreo (ARAUJO 1944). A<br />

Italia pidió, según Olmedo, la lengua y la erudición, pero la inspiración y el sentimiento se los pidió sólo a su<br />

patria (cf. ALLUÉ 1944).<br />

70 No entraremos aquí en la cuestión del comienzo del humanismo español y sus precedentes. Cf., por<br />

ejemplo, DI CAMILLO (1976).<br />

71 Al que parece que alude al hablar de comentarios perlongi y que abusan de la paciencia del lector; si<br />

bien hace depender este juicio de don Juan de Zúñiga.<br />

72 Inédito hasta 1985, como ya hemos recordado.<br />

73 Asunto éste, buscar mecenas, que los humanistas españoles tuvieron en general más difícil que los<br />

italianos: el hecho de no ser sedentarios era un obstáculo para que los grandes de España pudieran propiciar<br />

gabinetes de trabajo de la forma en que lo hicieron los italianos; sólo del clero se podía esperar amparo y éste<br />

no siempre simpatizó con el trabajo de los humanistas (L. GIL 1981: 299ss.).<br />

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