CIENCIA - Revista hispano-americana de Ciencias puras y aplicadas

Cl~NC1A
formular una definición sustancial sugieren una formulación
ecléctica que considere la Personalidad como 111
il/{lj¡'idll{/li:{/CitÍll y nrg(/ll;:lIritÍll d,' IlIs íllll/idlldt's Il/~r­
SOlllllt~S.
Los capíllllos si~uientes ·esl;ín dedicados a la exposición
de las teorías de la personalidad eswgillas por
los AA; a saber: Psicoanalílica de Freud. Analilica de
Jung, Psicosociales de Adler, Fromm, Horney y Sullivan.
Personología de ~Iurra)'. Teoría del campo vital de
Lewin. Psicología individual de AlIporl. Teoría organísmica.
Psicología constitucional de Sheldon. Teoría de
los factores componentes. Teoría del estímulo-reslHlesta
de HuJl, Dollard y Miller. Teoria de la autognosis de
Roger. Teoría biosocial de Murphy.
Al exponer las distintas teorías los AA. realizan su
propósilo con fidelidad apoy¡lndose en transcripciones
lextllales y aduciendo abundante información crítica seguida
de relaciones bibliogdficas mu)' completas.
F.n el capítulo final los AA, intentan una visión de
conjunto para tanlear la oportunidad de formular una
leoria donde se ordenasen los hechos positivos obtenidos
hasta ahora, pero desisten de hacerlo dejando que la
diversidad de las aportaciones empíricas y de los enfoques
doctrinales puedan algún día ser utilizados con
aquel propósito que hoy consideran prematuro.
Debo aliadir que a pesar de los esfuerzos de los A:\.
pal-a lograr una información lo m;is completa posihle.
se echan de menos algunas referencias fundamentales
que. si bien h¡iJlanse parcialmenle rese!iadas en las exposiciones
lcóricas escogidas, I ienen suficienle interés
para ser tratadas con mayor detalle. :\-lucllOS fisiólogos
sustentan la opinión de que las actividades mentales dependen
del funcionamiento del sistema nervioso. Pavlov,
uno de los m¡ís significados mantenedores de esta doctrina,
solía calificar desdeliosamente como "almistas" a
quienes buscaban y mostrahan discrepancias frente a las
explitaciones neuro-fisiológicas de los actos psíquicos.
Por 01 ra parte I.os factores bioquímícos y hormonales,
que norman el desarrollo individual influyen sobre
la conducta y fraguan ciertos aspectos morfológicos y
funcionales de la personalidad, adquieren cada día mayor
importancia. La alimentación, la privación completa
o parcial de alimentos, ejercen evidente influencia sobre
el comportamiento del individuo y de las colectividades.
Así Turró sitúa los albores de la vida psíquica
en la pmducción y encadenamiento de mensajes neuroquímicos
-la sensibilidad trófica- con otras experiencias
sensoriales. Y Unallluno, en el prólogo de "Los orígenes
del conocimiento", seducido por la teoría de Turró
afirma, parafraseando a Descartes, "Edo ergo sum",
resumiendo de esta sueTle el significado psicológico del
hambre. Rrozek y el grupo de investigadores de Minnesota,
est;\n aportando ohservaciones imJloTlantes a esa
nueva disciplina de la Psicodietética. mediante el esllldio
de las allCl'aciones psicológicas conseculivas a la alimenlación
subnollllal o carencial.
Las investigaciones realizadas con las drogas ataráxicas
y estimulantes han abieno nuevas perspectivas a
la fisiología del sistema nervioso y aplicaciones de in-
. terés extraordinario para la Psicología y para el tratamiento
de las llamadas enfemledades mentales. La Personalidad
como vemos hállase estrechamente vinculada
a un gran Ill'nnero de factores bioquínlicos exógenos y
de otros dependientes del metabolismo corporal.
Tampoco es posible silenciar, tratando de tema tan
amplio como es este de la Personalidad, el impacto
que ejerce la C.ihernélica sohre los prohlemas de las
correlaciones fisiológicas y sobre la Psicologia en gene­
I-al. Las m;iquinas ¡lIIlOm;ilicas. cualquier m;íquina en
particular, nllleslran caracterísliras individuales suscep­
I ihles de valoración \' apreciación para cada una de
ellas; con la cerlidumhre de 'lile no enmascararan Sil alllénlica
naluraleza ni Sil funcionamiento.
Adem¡is, aún pleg;indonos a las preferencias y limitaciones
escogidas por los AA. advertimos la exclusión
de ciertas tendencias psicológicas importantes que han
logrado el asenso de amplios núcleos de opinión en
Europa como las de Spranger, Messer y Jaspers, por no
citar n1¡OS D'ARDOls, G., Historill )' ¡Uedicillll. Figuras
y hechos de la /¡istoriografía médir.n mexiclIllII, lfiO pp.,
li figs. Colección Cultura Mexicana, Ni;> IR. Imprenta
Universitaria, Villa Obregón. México, D. F., 195i.
En este libro Somolinos recoge una serie de investigaciones
realizadas por él, desde hace varios alios. en
hihliolecas y archi,'os mexicanos, en donde ha efectuado
minuciosas IH'lsquedas, a fin de tener cabal idea de los
progresos y de la e,-olución médica en México. Su temperamento
inquieto y din;ímico le ha lIe'-ado a extender
el ¡\mhito de sus aCliddades a campos eXlralios a su
cotidiana lahor; la historia médica y científica es uno
de ellos. En este aspecto, no nos sorprenden ya, sus
estudios sobre Francisco Hernández, a los que ha consagrado
gran parte de su no mucho tiempo libre, pero
sí nos causa sorpresa el que en su hacer, saturado de
ocupaciones, encuentre un hueco para escribir un libro
como el que comentamos.
Somolinos analiza en sus páginas "La historiografía
médica mexicana a partir del momento en que la historia
médica se independiza en México, constilUyendo
una rama aparte dentro del campo de las especialidades
médicas", acontecimiento que, para él, se produce
en la segunda mitad del siglo pasado, como consecuencia
del movimiento intelectual que sigue al período
en que se serenaron las luchas de la independencia y
se acallaron las nOllnales )' ohligadas secuelas de mios
tan agitados.
En uno de los capítulos se analiza la lahor de los
iniciadores de los estudios médicos en México. En él
se reselian los trabajos de Casimiro Liceaga, director
del Establecimienlo de Ciencias médicas, antecesor de
la ac.tual E.~cuela de Medicina, y autor de algunos de Jos
tres artículos que sobre historia de la medicina apar\:­
cieron en la revista Periódico de la Academill de Medicillll
en los alios de 18i3 y 1838, los de Manuel Carpio,
profesor de Historia Médica, en este centro, y los posteriores
de Leonardo Oliva quien en 1853 envió a L'AclIdemie
Imperilll de Medicille de Pllrís un trabajo sobre
la historia de la Medicina en México, los de José María
Reyes y Ramón Alfaro figuras sagazmente estudiadas
por el autor, a la vista de los datos que ha podido
compilar. En el mismo capítulo se subraya el valor
histórico de algunos de los escritos del eminente tocólogo
José Maria Rodríguez.
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