Encaje, Cultura y Tradición - Universitat per a Majors
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Siguiendo la historia, y según varios autores, doña Catalina de Aragón, que contrajo<br />
matrimonio con el príncipe Arturo de Inglaterra, llevó encajes de España a aquella<br />
corte. Y dicen también que cuando fue recluida en el castillo de Amphill por Enrique<br />
VIII, ocupaba su tiempo haciendo encajes. Por tradición se sabe que las labores que<br />
hacía esta princesa, le habían sido enseñadas por su madre.<br />
Afirmar que el encaje en España, tal como hoy lo conocemos, fue anterior al siglo<br />
XVI, parece falto de confirmación documental, puesto que, hasta aquí, siempre hay<br />
autores que aportan otros datos diferentes y dignos igualmente de consideración.<br />
Aunque se nombre en varios documentos la palabra “randa” o “randilla”, parece que<br />
se designaba con este vocablo todo aquello que adornaba una pieza en su derredor,<br />
cualquiera que fuese el trabajo con que estaba hecha. Sin embargo, los historiadores, al<br />
leer tantas veces la palabra randa, han creído que podía referirse a “randas” de encaje.<br />
El origen etimológico de “randa”, viene del sajón “rand”, igual a borde, orla. Y<br />
cuando las randas terminaron en picos, se añadió la palabra “puntas” o “puntillas”.<br />
Podría darse otras acepciones a la palabra “randa” y otras opiniones de autores. Pero,<br />
todo lo dicho hasta ahora, nos lo confirma bastante las pinturas de la época. Sabemos<br />
que los pintores de entonces cuidaban mucho los detalles, y no se encuentran encajes en<br />
los vestidos de los <strong>per</strong>sonajes hasta entrado el siglo XVI.<br />
También hay grandes debates sobre que país fue el primero en la fabricación del<br />
encaje. A los belgas e italianos se les ha tenido siempre como pioneros en esta artesanía.<br />
España ha podido demostrar que, al menos, puede ponerse junto a estos dos grandes<br />
países, en cuanto a su origen en el tiempo y, por supuesto, de una calidad excepcional.<br />
Y así lo confirma Lefebure en el prólogo del Catálogo del Museo de Lyon: Esta<br />
colección tan completa como variada <strong>per</strong>mite, acaso por primera vez, juzgar en su<br />
conjunto el arte del encaje tal como ha sido practicado en España, a través del tiempo,<br />
y clasificar este país entre los que mejor han practicado desde los tiempos más remotos<br />
el manejo de la aguja y el bolillo”. Y sigue diciendo….España, desde fines del siglo<br />
XVI, ha creado modelos de ornamentación que no son copias inspiradas en un estilo,<br />
sino géneros de encaje con un carácter absolutamente original”.<br />
Otro dato de su particular estilo, es que España siempre ha adoptado un modo de<br />
trazado para el picado de sus dibujos, que consiste en una malla cuadrada ejecutada con<br />
ayuda de alfileres fijados en total cruzamiento de hilos, muy diferentes de los italianos y<br />
flamencos, cuyas mallas son exagonales.<br />
Los encajes españoles del siglo XVI están hechos en seda, oro y plata, Buscan los<br />
efectos del relieve más que la delicadeza del trabajo, y son apreciados en toda Europa<br />
por su complicación, riqueza y suntuosidad. Son las denominadas “puntas de España”,<br />
hechas a la aguja o con bolillos<br />
Las puntas de España hechas con bolillos son similares al guipur. Se hacían como he<br />
dicho con oro, plata y sedas policromas y podían llevar una cinta plana de plata para<br />
decorar el dibujo. Cuando por razones económicas no se podían hacer con oro, se<br />
fabricaban con pita. De este último tipo, se han encontrado en iglesias con bajo poder<br />
económico.<br />
Después de estos datos, llegamos a la tradición, que, precisamente, no ha podido<br />
confirmarse aún. Y esta dice que los españoles llevaron el encaje a la aguja a los Países