Encaje, Cultura y Tradición - Universitat per a Majors
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9.1 ELS TREBALLADORS DE LA PUNTA.<br />
Cuando se hace referencia a alguna leyenda sobre el origen de los encajes y las<br />
encajeras, hay que hacer notar el carácter fundamentalmente femenino de esta actividad<br />
y la estadística así lo confirma. Las bolilleras son mujeres.<br />
Tanto en las localidades costeras como en el interior, en los momentos en los que el<br />
tiempo no <strong>per</strong>mitía trabajar en el campo o en el mar, la agilidad de las manos y la<br />
habilidad de las mujeres con los bolillos, eran la única actividad que <strong>per</strong>mitía el ingreso<br />
de algún dinero en el ámbito familiar.<br />
Estas mujeres crearon un comercio y una gran industria, que en muy poca medida<br />
revirtió en ellas mismas.<br />
Algunas crónicas históricas, como la de Laborde, constatan que esta industria se<br />
desenvuelve en las casas particulares, donde las mujeres trabajan por su cuenta y bajo su<br />
propio criterio.<br />
Pero en realidad, este trabajo “casero y familiar”, formaba parte de una cadena de<br />
producción que algunos autores no dudan en calificar de absolutamente jerarquizada. 20<br />
En el primer escalón encontramos a los comerciantes, que invertían el capital,<br />
vendían y exportaban. En segundo lugar los diseñadores; estos creaban el modelo o<br />
dibujo, que a veces hasta incluso patentaban. Por debajo del diseñador aparece el que<br />
dibuja el patrón y las puntillas sobre el cartón. Este picador o picadora se asegura que el<br />
modelo pueda ser adaptado a la técnica del encaje. Una vez los cartones son definidos y<br />
debidamente autentificados por los comerciantes, pasan a manos de los merceros,<br />
capataces o dadores, según se les nombraba en diferentes lugares. Parece ser que la<br />
figura de estas mujeres, piezas importantes en la cadena de producción de los encajes, se<br />
remonta al siglo XVI, y son las intermediarias indispensables entre los comerciantes y<br />
las obreras. Ellas distribuían el trabajo, el cartón y el hilo necesario y lo pasaban a<br />
recoger de semana en semana, e incluso podían rehusarlo si no se había seguido el<br />
dibujo punto por punto. Al final de la cadena es donde aparece “la puntaire”<br />
En ocasiones las bolilleras y merceros podían introducir algún cambio, transformando<br />
parte de los cartones, <strong>per</strong>o por norma general la realización de una pieza se convertía en<br />
un trabajo colectivo, ya que una parte importante del trabajo de los merceros era<br />
fraccionar en diferentes trozos o patrones la composición total de una pieza. La<br />
repartidora procuraba no darlos nunca a una misma bolillera, e incluso evitaba que parte<br />
de un mismo diseño fuera a parar a encajeras vecinas o conocidas. Con este sistema<br />
ninguna de las obreras llegaba a conocer el conjunto en su totalidad y el comerciante se<br />
aseguraba que la encajera no pudiese representar una competencia desleal trabajando<br />
por su cuenta.<br />
20 Durand, Jacques. Le monde dentelliére, pp.153-157.Artisans du Pays d`Oc Editions de la Source.