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Encaje, Cultura y Tradición - Universitat per a Majors

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88<br />

CONCLUSIONES<br />

En el desarrollo de este trabajo he tratado de mostrar la importancia que a través<br />

de varios siglos tuvo todo lo relacionado con el encaje, tanto a la aguja como al bolillo.<br />

Desde épocas muy remotas sabemos que se trabajaron las redecillas, los<br />

bordados con cuentas de vidrio, los tejidos anudados por medio de bobinas, palitos y<br />

huesos y el cruce de hilos, todo ello precursor de lo que más tarde sería el encaje, que no<br />

aparece con este nombre hasta el siglo XVI. Son varios los países que se disputan su<br />

origen entre ellos Italia, Bélgica y España. Pronto ser convirtió en un artículo de lujo de<br />

gran demanda, en parte debido a sus diseños geométricos claramente definidos muy al<br />

gusto renacentista. Durante los siglos XVII y XVIII, las gorgueras, los cuellos, las<br />

mantillas, delantales y sombreros y las calzas de lino adornadas con puntillas que se<br />

llevaban sobre las medias eran aderezos en la vestimenta de damas y caballeros de la<br />

nobleza y de la burguesía adinerada. La Iglesia también utilizaba los encajes no sólo<br />

para uso <strong>per</strong>sonal de las altas jerarquías sino para enriquecer los ornamentos rituales.<br />

La gran demanda de estos artículos de lujo hizo que los diseños cada vez fueran<br />

más sofisticados llegando a ser los pintores en ocasiones quienes dibujaban los modelos<br />

barrocos que luego se trabajaban en hilos y sedas de la mejor calidad.<br />

En todo este tiempo, alrededor de esta industria se desarrolló rápidamente lo que<br />

denominaríamos comercio interior y exterior: si la producción propia no cubría las<br />

necesidades del mercado porque la demanda era mayor como ocurría en Austria, o<br />

porque la calidad de las puntillas autóctonas no era la mejor como en Grecia, se recurría<br />

a la importación generalmente de Italia y Flandes, que era las mayores productoras junto<br />

con España especializada en piezas suntuarias. A la inversa, no sólo se exportaba a<br />

países del norte de Europa como Dinamarca y Rusia, sino que muchas veces los propios<br />

artesanos se desplazaban a otros lugares para enseñar la técnica y al mismo tiempo crear<br />

escuelas, puestos de trabajo y sobre todo riqueza.<br />

En lo referente a este último punto las ganancias proporcionadas por la<br />

confección, venta, comercialización y exportación de los encajes no llegaban nunca a<br />

las manos de quienes los trabajaban; eran los comerciantes quienes invertían el capital,<br />

vendían y exportaban. Diseñadores, patronistas y quienes repartían el trabajo entre las<br />

trabajadoras eran quienes disfrutaban los beneficios y en el último escalón encontramos<br />

a las mujeres y niñas que eran las que lo confeccionaban.<br />

La mujer en el antiguo régimen: en principio sus circunstancias eran casi<br />

siempre las mismas: analfabetas, de clase humilde, cuya única forma de aportar ingresos<br />

a la débil economía familiar era, o trabajar en las ciudades de niñeras, o en la<br />

producción textil y dentro de ella los bordados y encajes. Este trabajo lo realizaban<br />

después de las labores de la mar o del campo, no hay que olvidar que la Europa<br />

medieval era eminentemente agrícola y por tanto la artesanía estaba condicionada por la<br />

siembra y la recogida de las cosechas.

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