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PRÓLOGO<br />
Este libro es un aporte muy valioso, con novedad y método, a<br />
la conversación pública y privada sobre jóvenes y seguridad. Circulan<br />
hoy muchos lugares comunes, demasiadas frases sin fundamento y<br />
efímeros lemas de campaña. Muy distinto es lo que encontramos en<br />
estas páginas. Aquí, las autoras y los autores traen hechos investigados<br />
con rigor, reflexiones sólidamente ancladas en la teoría y un deseo<br />
genuino de contribuir a mejorar el debate. Es algo que debemos<br />
agradecer a este brillante colectivo dirigido por Elinor Bisig. En mi<br />
caso, además, quiero decir gracias por la oportunidad de escribir este<br />
prólogo.<br />
La juventud, o mejor dicho: las juventudes, nos interpelan. Nos<br />
preocupamos por ellas. Nos entusiasman sus energías, sus progresos y<br />
rupturas. Tesoro y amenaza, agresor y víctima, esperanza y decepción.<br />
Pensemos: el cruce frecuente entre jóvenes y seguridad, ¿hasta qué<br />
punto habla de nuestros propios temores a lo que viene? Las<br />
juventudes también nos demuestran el paso del tiempo; nos recuerdan<br />
el deterioro, la muerte, la pérdida de personas y cosas. Eso nos pone en<br />
diálogo con lo que íbamos a ser, y experimentamos la alegría o la<br />
desilusión frente a lo que vamos siendo. Tiembla -al menos un poco- la<br />
senda que caminamos. Como sea, algo dispara esa conexión entre<br />
seguridad y jóvenes, a veces sin que podamos verlo claramente. No<br />
sólo depende de nuestra edad; incluso quienes pertenecen a una<br />
juventud tienen problemas para comprender a las otras.<br />
Por eso la gratitud a quienes prepararon este libro. Aportan<br />
luces y datos, razones y palabras para pensar lo que a veces no<br />
sabemos convertir en tema. ¿Por qué el Estado cordobés persigue a<br />
muchas juventudes? Detiene, maltrata, contrata por pocos pesos,<br />
esconde y expulsa. Fomenta callejones sin salida, muros alambrados,<br />
barrios cerrados. Deja inertes los derechos sociales. Da boletos<br />
gratuitos que se frenan ante patrulleros camuflados. Convierte al DNI<br />
en el pasaporte de los pobres, y a la ciudad en una cadena de controles<br />
fronterizos. No está donde hace falta y entra a la fuerza en muchas