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un discurso cuyo fin es legitimar la fuerza del que la ejerce (…)<br />
el equivalente de ‘dios está de nuestra parte’ es hoy en día la<br />
‘opinión pública está de nuestra parte’; he aquí el efecto<br />
fundamental de la encuesta de opinión: constituir la idea de que<br />
existe una opinión pública unánime y así legitimar una política<br />
y reforzar las relaciones de fuerza que la sostienen o hacen<br />
posible (Bourdieu, 2000, p. 228).<br />
Se producen de este modo efectos de consenso y se imponen<br />
problemáticas al espacio y la opinión pública que vienen siempre<br />
propuestas desde el imperativo del mercado y de las corporaciones y<br />
organismos internacionales (Spósito, 2009 y 2010).<br />
Con el advenimiento de las nuevas tecnologías, las relaciones<br />
hasta entonces concebidas entre democracia, medios, cultura y<br />
subjetividades mutan y trastocan la cosa pública. Para Derrida, hoy<br />
“nada escapa al mercado (hay un) imperativo del mercado con el cual<br />
debe contar el Estado mismo, es por ende uno de los elementos<br />
determinantes de esa artefactualidad (Derrida, 1998, p.59). En el<br />
fondo, la cuestión de la democracia concierne, entre otras cosas, a la<br />
relación entre la apertura de un mercado y el espacio público” (1998,<br />
p.64).<br />
Los dispositivos policial y mediático conforman tecnologías<br />
privilegiadas de control social en esta actualidad que nos constituye<br />
como sujetos. Producen procesos de subjetivación que actualizan la<br />
sensación de inseguridad y victimización y coinciden en la<br />
construcción del enemigo, el chivo expiatorio, el “significante vacío”<br />
(Laclau, 1996) que, en la Córdoba contemporánea es ocupado por el<br />
joven pobre residente en barrios marginales. Los grandes medios, antes<br />
que cuestionar la construcción del mundo policial o de tomar el relato<br />
policial como una fuente más a la hora de informar, otorgándole<br />
simetría con respecto a otras posiciones discursivas, la legitiman y<br />
amplifican. En tal sentido, podemos postular la existencia de una<br />
criminología mediático/policial ocupada en generar un escenario de<br />
peligro permanente que no hace más que asegurar que las actuales<br />
posiciones de fuerza en el campo de lo social continúen operando de<br />
manera hegemónica según el orden establecido.