Territorios colectivos de indígenas y afroamericanos

Logro de un razonable nivel de autonomía en el manejo de sus propios asuntos y de participación
en los asuntos nacionales
El orden jurídico que rige el funcionamiento de las Comunas en Panamá y de los Resguardos indígenas en
Colombia, permite a los indígenas bajo estas modalidades de propiedad territorial una autonomía real para
el manejo de sus propios asuntos. Esta autonomía se proyecta en muy diversos asuntos:
• En la administración y manejo de su propio territorio, sobre el cual tienen capacidad para definir
su ordenamiento, su destinación entre los comuneros y las modalidades de su uso;
• En el manejo y uso de los recursos naturales del territorio y en su administración, que comparten
con el Estado;
• En la definición y ejecución de planes de desarrollo, ajustados a sus requerimientos y sus
proyecciones futuras;
• En la solución de sus conflictos internos y, en especial, en aquellos relacionados con la tenencia y
uso de las tierras comunales;
• En la realización de acuerdos con otras comunidades, con personas naturales o jurídicas no
indígenas o con agencias del Estado para tratar asuntos de su interés.
También como proyección de las titulaciones colectivas alcanzadas, las comunidades indígenas de
algunos países han obtenido el reconocimiento de nuevos espacios para el ejercicio de sus derechos
colectivos e individuales. En Colombia y Perú, por ejemplo, se ha dado vida legal a la jurisdicción
especial de indígenas encabezada por sus mismas autoridades. En Colombia y Panamá, se han creado
circunscripciones electorales especiales para los pueblos y comunidades indígenas, con las que se asegura
a estas agrupaciones la posibilidad de intervenir en los asuntos de interés nacional, llevando sus
candidatos a los órganos de representación popular.
El desarrollo autónomo sostenible con identidad y sus agentes
Los Pueblos Indígenas Latinoamericanos y de forma creciente también las comunidades afroamericanas,
han señalado, como ya se anotaba, que no son enemigos del desarrollo, que quieren mejorar sus
condiciones comunitarias e individuales de vida y que para ello necesitan el apoyo de las entidades del
Estado y de los organismos privados que puedan proporcionarles recursos que faciliten la consecución de
ese mejoramiento.
No hay uniformidad en la concepción del desarrollo y sus variantes van desde las demandas del pueblo
Kogui, en la Sierra Nevada de Santa Marta (Colombia), que entiende su opción de mejoramiento como la
prohibición de nuevas carreteras y escuelas que representan una amenaza para su seguridad territorial y su
estabilidad social, hasta la búsqueda de aquellas comunidades que manteniendo su forma de vida
comunitaria en el Norte del Cauca del mismo país, manejan una exitosa cooperativa lechera y para
aumentar su producción e ingresos quieren mejorar su pie de cría con ejemplares de alto rendimiento
lechero.
Las concepciones del desarrollo son múltiples y no es este el espacio para detenerse a revisarlas. Las
comunidades indígenas y afoamericanas hablan hoy de un “desarrollo con identidad”, hace apenas unos
años se hablaba de etnodesarrollo, término muy del gusto de algunos gobiernos; el Convenio que crea el
Fondo de Desarrollo de los Pueblos Indígenas habla de autodesarrollo; la agenda 21 de la Conferencia de
Río, habla de “desarrollo autónomo sostenible de las poblaciones indígenas y sus comunidades”, etc.
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