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Cubierta completa Salir Marcha - Plan Nacional sobre drogas

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han hecho, se ve que los mayores de 24 años se han<br />

embriagado un poco menos en la frecuencia más<br />

alta (el 29%), lo que no quita mérito al porcentaje<br />

<strong>sobre</strong>todo si se tiene en cuenta que la frecuencia de<br />

embriaguez es semanal. En esa misma frecuencia<br />

los dos grupos de edad más jóvenes todavía participan<br />

más de las embriagueces; un 34,9% entre los<br />

menores de 18 años y un 36% entre los de 18 y 23<br />

años lo han hecho cada semana una o varias veces<br />

y algunos cada día. Unicamente puede concluirse<br />

que son cifras alarmantes y que la embriaguez se ha<br />

convertido en un hecho habitual en los ambientes<br />

recreativos.<br />

Las observaciones realizadas en la parte etnográfica<br />

en las ciudades también han permitido constatar que<br />

el beber y emborracharse se practica a todas las<br />

edades. Ante el consumo de alcohol imperan dos<br />

normativas, la legal y la moral, en las cuales las limitaciones<br />

son distintas. En la concepción moral se<br />

justifica que los jóvenes beban, la conciencia colectiva<br />

tolera e incluso promociona la iniciación de los<br />

jóvenes al alcohol. Ello se justifica, por lo menos<br />

moralmente, aunque suponga transgredir la normativa<br />

legal, que en cierto modo y ambientes resulta<br />

impopular, como puede apreciarse en el siguiente<br />

comentario:<br />

“También constatamos el incumplimiento de la ley referente<br />

a la venta de alcohol a menores, como también<br />

nos confirmó en cierto modo la policía por la dificultad<br />

de acceder a esta zona, lo que solo hacen en contadas<br />

ocasiones y cuando el tema es grave, precisamente<br />

para evitar incidentes por su sola presencia. Se apreció<br />

que los menores acceden al alcohol en esta zona sin<br />

ningún tipo de dificultad y es punto de encuentro para<br />

adolescentes tanto de los barrios de Vigo como de los<br />

pueblos del entorno que vienen a Vigo con la ilusión de<br />

“beber para emborracharse”, siendo habitual ver a pandillas<br />

de 13 a 15 años por las tardes incluso en días<br />

laborales no vísperas de festivos.” (Entrevistador, Vigo)<br />

Al tener en cuenta la ocupación puede observarse un<br />

mayor índice de embriagueces entre los que estudian<br />

y entre los que estudian y al tiempo trabajan, probablemente<br />

por el sesgo de la edad ya que a esos grupos<br />

pertenecen los más jóvenes. Entre los que se han<br />

emborrachado en las frecuencias más altas, aunque<br />

todos lo han hecho, destaca nuevamente el grupo de<br />

los que estudian y trabajan (38,6%) y el grupo de<br />

otros (39,5%), los que hacen el servicio militar o están<br />

parados. El trabajo fijo <strong>sobre</strong> todo, y también el temporal,<br />

suponen un cierto freno dentro de estas cifras<br />

escalofriantes. Parecería que el entrar en la vida de<br />

responsabilidades tiene alguna influencia en un mayor<br />

control. El estatus económico, aunque en todos los<br />

niveles sociales los jóvenes mantienen pautas altas<br />

de embriagueces, sin embargo el porcentaje de los<br />

que se embriagan entre los que tienen una posición<br />

media es menor, así como también lo es en la frecuencia<br />

más alta.<br />

Es cierto que la embriaguez es un concepto relativo,<br />

variable, subjetivo y culturalmente definible. Sin<br />

embargo, sí que existe una conciencia colectiva de lo<br />

que significa alcanzar un estado de embriaguez y<br />

que ello puede significar distintos niveles, desde el<br />

‘coger el puntillo’ hasta el coma etílico. A pesar de la<br />

amplia gradación en que se pueden haber embriagado<br />

los jóvenes y que los datos aquí presentados no<br />

permiten diferenciar, sí que es pertinente utilizar ese<br />

concepto para evaluar la conducta abusiva en el consumo<br />

de alcohol. La embriaguez, o quizás el estilo de<br />

ingestión de alcohol, es uno de los aspectos que más<br />

está cambiando en nuestro país. Se ha pasado de<br />

consumir alcohol en pequeñas dosis, de forma cotidiana,<br />

en el ambiente familiar y como complemento<br />

de la comida a consumirlo los fines de semana, con<br />

el grupo de iguales y en grandes dosis como complemento<br />

de la diversión, o como medio para alcanzarla.<br />

Este cambio por el que la embriaguez está pasando<br />

de ser un hecho minoritario a formar parte del ritual<br />

de los fines de semana lleva ya tiempo produciéndose<br />

(Rooney 1990).<br />

Género y consumo

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