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Ya se trate de una u otra modalidad lo importante es que ella recibe un conocimiento,<br />

un poder, que le permite curar a las personas. Este conocimiento -10s remedios a<br />

USX’~-- proviene de las divinidades, ya Sean Cstas antiguos espiritus de MACHIS, de un<br />

espiritu protector o de NGENECHEN.<br />

d) iQut fue del KALKU?<br />

En el pasado reciente la sociedad mapuche determinaba con precisih quitn era el<br />

que habia causado la enfermedad o la muerte de las personas ylo animales, o dafiado a<br />

10s sembrados. Generalmente esto lo hacia la MACHI. La venganza de las familias<br />

afectadas era mortal, desencadenhndose asi la violencia. No obstante, unajuntu, encabezada<br />

por uno o miis LONKOS, practicaban un rito donde el acusado asumia su papel de<br />

victima sacrificable y era inmolado por toda la comunidad’’. Con ello a la violencia se<br />

le ponia fin. Demhs est6 destacar la importancia de estos ritos para la sociedad mapuche<br />

ya que, a1 igual que el rito del NGUILLATUN permiten domesticar la violencia intema.<br />

“Las plantas medicinales estin categorizadas de forma casi hom6loga con la etno-taxonomia de las<br />

enfermedades. Grebe pudo ordenar asi 65 plantas en: REKUTRAN, WEKUFET~N, KALKUTUN, KISUKUTRAN y<br />

KONTRA-LAWEN (Sf).<br />

I9A modo de ejemplo transcrihimos el relato del siglo pasado, hecho por un Capitin de M<br />

asisti6 al juicio de una mujer acusada de haber dado muerte al hijo de un cacique: “El dia que me indic6 el<br />

padre misionero, me dirigi a1 lugar donde se debia realizar el juicio. Se habian reunido alli mPs de quinientos<br />

indigenas. Unos estahan sentados en el suelo sobre sus piernas cruzadas y 10s demis echados a lo largo sobre<br />

la tierra. DespuCs de un rato se alz6 la voz. Era el cacique Antipin que, segh las costumhres, mandaha a todos<br />

10s presentes formar un gran circulo en cuyo centro dehia llevarse a cabo la feroz ceremonia. Hecho el circulo,<br />

el cacique se dirigid a todos para decirles que la adivinacidn del adivino hahia descubierto al autor de la<br />

muerte ... y que la culpable se hallaba presente. Por esto creia necesario hacerlo venir delante de 61 para<br />

interrogarlo. Enseguida, llamando a una muchacha de 16 afios, le preguntd si era cierto que ella habid<br />

envenenado al hijo del cacique. Si, respondi6 ella con simplicidad. Y th, jsahias que merecias la muerte por<br />

este crimen? Si, lo sabia, contest6 ella con igual simplicidad, afiadiendo que su propia madre la habia inducido<br />

a cometer ese crimen. Se hizo venir a la madre. Esta se disculpd con astucia, conservando una admirable sangre<br />

fria, lo que le valid quedar absueltapor sus hirbaros jueces. Terminadas estas breves interrogaciones se hicieron<br />

10s preparativos para el suplicio. Se plantaron dos postes en medio del circulo, que en su extrema superior tenia<br />

una especie de ahertura. Encendieron cuatro fuegos cerca de esos postes. Desnudaron la victima y la ataron de<br />

pies y manos a un palo que acomodaron sobre la ahertura de 10s postes. AI calor del fuego bailaban y saltaban<br />

10s indigenas, gritando desaforadamente. Entre tanto se iha quemando la pie1 de la muchacha ... La infeliz exhal6<br />

su hltimo suspiro, y sin un solo gemido ... Ya estaba terminando aquella terrible tragedia, y algunos indios ya<br />

se iban a retirar, cuando la madre de la victima, pilida y temblorosa se present6 delante de aquel bPrharo juez<br />

y con palabras entrecortadas y en voz baja y trCmula le dijo al juez estas palabras: “Escucha, la culpable soy<br />

yo ... fui yo la que prepar6 el veneno; mi hija era inocente. Fui yo quien la induje al crimen y ella no sabia lo<br />

que estaha haciendo. Th me la has arrehatado, tu me la has convertido en un carb6n” ... El cacique llam6<br />

nuevamente a la gente ... la ejecuci6n se hizo en medio de tremendos aullidos de 10s presentes” (Escritos del<br />

padre Adeodato de Bolonia, Archivo General de Misiones Capuchinos, Roma, carpeta N, ff.127 y ss. Este<br />

mismo relato se encuentra en libro L’ARAucANiA, MEMORIE INEDITE DELLE MISSIONI DEI FF.MM. CAPPUCCINI.<br />

Tipografia Vaticana, Roma, 1890).<br />

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