2008 - Festival Internacional de Música y Danza de Granada

fIMydMEMORIA2008635 6 7 8Oelze. Empezando por los títulos («Encantamientoy negrura» en el caso de Juan María Rodríguezen El Mundo, y «La discreción no basta» en el deRuiz Molinero en Granada Hoy), ambas críticas nosconducen por distintos derroteros.Si el crítico de El Mundo acaba afirmando: «ElFestival de Granada ya arde», el del periódicogranadino concluye: «La fría reacción delpúblico revelaba el tinte de la jornada, dondeni el romanticismo de los autores, unido a lasugerencia del recinto, alcanzaba los nivelesideales, tantas veces logrados en este lugar deensueño». Y es que el Patio de los Arrayanes,como escenario, siempre cobra protagonismoen estos eventos musicales; según se mire, aveces favorece la transmisión de emociones ysensaciones, pero en otras ocasiones lastraesa misma transmisión con el magnífico pesode su historia musical. Quien, como Juan MaríaRodríguez, asiste desde el estricto presente,confirma el vigente protagonismo del lugar:«[…] hay algo inefable —¿tendremos que escribirel tópico de mágico?—, algo irreal, una fuerzaalucinógena y narcótica en ese patio que templa,mima, estiliza y contornea a la música, como nodebe haber otros muchos recintos en el mundo».Pero, en fin, es la misma música y no el escenariola que levanta o deja indiferente el ánimo deloyente, y es en este punto donde más difierenlos dos críticos. Por ejemplo: «Fin de fiesta conlas excitantes, incisivas y punzantes paráfrasisque Aribert Reimann […] hace de ocho liederde Mendelssohn sobre poemas de Heine […]entreverados por unos intermedios que acosan,deforman, violan y revientan la dulce canciónbeatífica de Mendelssohn con unos ataques de unasubversiva —y bellísima— inquietud expresionistaque, sin embargo, nunca terminan de destruirel original en ningún momento»; en expresiónde Juan María Rodríguez. «Siempre es mejor unoriginal que una mala traducción», advierte, porsu parte, Ruiz Molinero, y continúa: «Es normalque autores de hoy intenten reescribir músicas deotros tiempos y en distintos formatos para los quefueron pensadas. Pero siempre que aporten algodecisivo que enriquezca, no que deforme el original.Y […] Aribert Reimann no logra más que un simpleexperimento, interesante pero desconsolador».Quizá, leído despacio, no estén tan en desacuerdolos dos críticos, lo que ocurre es que la deformacióny el desconsuelo los pueden sentir unos como unpostizo y otros como una penetración necesaria delpresente en la obra del pasado.Dos preciosos dibujos en color en torno a laAlhambra de Miguel Rodríguez-Acosta ilustran elprograma de mano del espectáculo que esta nochepresentan en la Plaza de los Aljibes la marroquíafincada en París Amina Alaoui y la granadinaMarina Heredia. «No escuchar lo árabe en elflamenco es estar sordo», afirmó hace ya añosel cantaor Enrique Morente, y lo recoge de nuevoen sus notas al programa Miguel Ángel González,quien también transcribe unas opiniones de lasdos protagonistas de la noche: «Curiosamente, alexpresarnos cada una en nuestro propio lenguajemusical descubrimos cada vez más cosas quenos unen», dice Amina; mientras Marina habla de«sitios evidentes donde nos encontramos de unmodo perfectamente natural: así pasa en la caña,porque los árabes de Granada tenían un canteasí, una caña que nosotros hemos heredado»,por ejemplo. Además, y abundando en algo queya venimos tratando, el autor de las notas nostranquiliza: «[…] de ninguna manera nos hallamosante una nueva propuesta de fusión al uso y alabuso, como tantas que […] más bien vienensirviendo de vehículo a una inextricable confusión».¡Ah, pero qué fatalidades implica todo festival!:a la misma hora, y en otro lugar emblemático,el Patio de los Mármoles del Hospital Real, senos ofrece un recital de Julian Rachlin al violín eItamar Golan al piano, ambos nacidos en Lituaniay ambos emigrados en su infancia a otras patriasde adopción (Austria e Israel, respectivamente).Su recital, además, tiene «cara y cruz»,según titula las notas al programa el crítico