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La Colmena

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Librodot <strong>La</strong> colmena Camilo José Cela68-¿Tú?-Sí, hijo, yo.A Martín le invadió una alegría muy grande.-¡Qué bárbara, Nati! ¿Cómo estás? ¡Pareces una duquesa!Nati se rió.-Chico, pues no lo soy; no creas que por falta de ganas, pero ya ves, soltera y sin compromiso,¡como siempre! ¿Llevas prisa?Martín titubeó un momento.-Pues no, la verdad; ya sabes que soy un hombre que no merece la pena que ande de prisa.Nati lo cogió del brazo.-¡Tan bobo como siempre!Martín se azoró un poco y trató de escurrirse.-Nos van a ver.Nati soltó la carcajada, una carcajada que hizo volver la cabeza a la gente. Nati tenía una vozbellísima, alta, musical, jolgoriosa, llena de alegría, una voz que parecía una campana finita.-Perdona, chico, no sabía que estuvieses comprometido. Nati empujó con un hombro a Martiny no se soltó; al contrario, lo cogió más fuerte.-Sigues lo mismo que siempre.-No, Nati; yo creo que peor. <strong>La</strong> muchacha echó a andar.-¡Venga, no seas pelma! Me parece que a ti lo que te vendría de primera es que te espabilasen.¿Sigues haciendo versos?A Martín le dio un poco de vergüenza seguir haciendo versos.-Pues, si; yo creo que esto ya tiene mal arreglo.-¡Y tan malo! Nati volvió a reir.-Tú eres una mezcla de fresco, de vago, de tímido y de trabajador.-No te entiendo.-Yo tampoco. Anda, vamos a meternos en cualquier lado, tenemos que celebrar nuestroencuentro.-Bueno, como quieras.Nati y Martín se metieron en el Café Gran Via, que está lleno de espejos. Nati, con tacón alto,era incluso un poco más alta que él.-¿Nos sentamos aquí?-Sí, muy bien, donde tú quieras. Nati le miró a los ojos.-Chico, ¡qué galante! Parece que soy tu última conquista.Nati olía maravillosamente bien...En la calle de Santa Engracia, a la izquierda, cerca ya de la plaza de Chamberi, tiene su casadoña Celia Vecino, viuda de Cortés.Su marido, don Obdulio Cortés López, del comercio, había muerto después de la guerra, aconsecuencia, según decía la esquela del ABC, de los padecimientos sufridos durante eldominio rojo.Don Obdulio había sido toda su vida un hombre ejemplar, recto, honrado, de intachableconducta, lo que se llama un modelo de caballeros. Fue siempre muy aficionado a las palomasmensajeras, y cuando murió, en una revista dedicada a estas cosas, le tributaron un sentido ycariñoso recuerdo: una foto suya, de joven todavía, con un pie donde podía leerse: "DonObdulio Cortés López, ilustre procer de la colombofilia hispana, autor de la letra del himnoVuela sin cortapisas, paloma de la paz, ex presidente de la Real Sociedad Colombófila deAlmería, y fundador y director de la que fue gran revista 'Palomas y Palomares' (Boletínmensual con información del mundo entero), a quien rendimos, con motivo de su óbito, elmás ferviente tributo de admiración con nuestro dolor". <strong>La</strong> foto aparecía rodeada, toda ella, deuna gruesa orla de luto. El pie lo redactó don Leonardo Cascajo, maestro nacional.Su señora, la pobre, se ayuda a malvivir alquilando a algunos amigos de confianza unosgabinetitos muy cursis, de estilo cubista y pintados de color naranja y azul, donde el no muyabundante confort es suplido, hasta donde pueda serlo, con buena voluntad, con discreción yLibrodot68

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