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La Colmena

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Librodot <strong>La</strong> colmena Camilo José Cela82-Yo soy un mandado.-Ya lo sé. Yo sé distinguir, amigo mío.Cuando el guardia se marcha, Celestino, después de armar el tinglado sobre el que duerme, seacuesta y se pone a leer un rato; le gusta solazarse un poco con la lectura antes de apagar laluz y echarse a dormir. Celestino, en la cama, lo que suele leer son romances y quintillas, aNietzsche lo deja para por el día. El hombre tiene un verdadero montón y algunos pliegos selos sabe enteros, de pe a pa. Todos son bonitos, pero los que más le gustan a él son lostitulados "<strong>La</strong> insurrección en Cuba" y "Relación de los crímenes que cometieron los dos fíelesamantes don Jacinto del Castillo y doña Leonor de la Rosa para conseguir sus promesas deamor". Este último es un romance de los clásicos, de los que empiezan como Dios manda:Sagrada Virgen María,Antorcha del Cielo Empíreo,Hija del Eterno Padre,Madre del Supremo Hijoy del Espíritu Esposa,pues con virtud, y dominioen tu vientre virginalconcibió el ser más benigno,y al cabo de nueve meses,nació el Autor más divinopara redención del hombre,de carne humana vestido,quedanto tu intacto Senocasto, terso, puro y limpio.Estos romances antiguos eran sus preferidos. A veces, para justificarse un poco, Celestino seponía a hablar de la sabiduría del pueblo y de otras monsergas por el estilo. A Celestinotambién le gustaban mucho las palabras del cabo Pérez ante el piquete:Soldados, ya que mi suerteme ha puesto en estos apuros,os regalo cuatro durosporque me deis buena muerte;sólo Pérez os adviertepara que apuntéis derecho,aunque delito no ha hechopara tal carnicería,que toméis la punteríados al cráneo y dos al pecho.-¡Vaya tío! ¡Antes sí que había hombres! -dice Celestino en voz alta, poco antes de apagar laluz.Al fondo del semioscuro salón, un violinista melenudo y lleno de literatura toca,apasionadamente, las czardas de Monti.Los clientes beben. Los hombres, whisky; las mujeres, champán; las que han sido porterashasta hace quince dias, beben pippermint. En el local todavía hay muchas mesas, es aún unpoco pronto.-¡Cómo me gusta esto, Pablo!-Pues hínchate, <strong>La</strong>urita, no tienes otra cosa que hacer.-Oye, ¿es verdad que esto excita?El sereno fue a donde lo llamaban.-Buenas noches, señorito.Librodot82

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