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La Colmena

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Librodot <strong>La</strong> colmena Camilo José Cela85Cuando el camarero se acercó, el señor le dijo:-A la señorita tráigale un exprés con leche y un tortel; a mí déme uno solo.El señor sacó una cajetilla de rubio.-¿Fuma?-No, yo no fumo casi nunca.-¿Qué es casi nunca?-Bueno, pues que fumo de vez en cuando, en Nochebuena...El señor no insistió, encendió su cigarrillo y guardó la cajetilla.-Pues si, señorita, si de mí dependiese, usted y su novio se casaban mañana sin falta. Victoritalo miró.-¿Y por qué quiere usted casarnos? ¿Qué saca usted con eso?-No saco nada, señorita. A mi, como usted comprenderá, ni me va ni me viene con que ustedse case o siga soltera. Si se lo decía es porque me figuraba que a usted le agradaría casarsecon su novio.-Pues si me agradaría. ¿Por qué voy a mentirle?-Hace usted bien, hablando se entiende la gente. Para lo que yo quiero hablarle a usted, nadaimporta que sea casada o soltera.El señor tosió un poquito.-Estamos en local público, rodeados de gente y separados por esta mesa.El señor rozó un poco con sus piernas las rodillas de Victorita.-¿Puedo hablarla a usted con entera libertad?-Bueno. Mientras no falte...-Nunca puede haber falta, señorita, cuando se hablan las cosas claras. Lo que voy a decirle escomo un negocio, que puede tomarse o dejarse, aquí no hay compromiso ninguno.<strong>La</strong> muchacha estaba un poco perpleja.-¿Puedo hablarla?-Sí.El señor cambió de postura.-Pues mire usted, señorita, vayamos al grano. Por lo menos, usted me reconocerá que noquiero engañarla, que le presento las cosas tal como son.El Café estaba cargado, hacía calor, y Victorita se echó un poco hacia atrás su abriguillo dealgodón.-El caso es que no sé cómo empezar... Usted me ha impresionado mucho, señorita.-Ya me figuraba yo lo que quería decirme.-Me parece que se equivoca usted. No me interrumpa, ya hablará usted al final.-Bueno, siga.-Bien. Usted, señorita, le decía, me ha impresionado mucho: sus andares, su cara, sus piernas,su cintura, sus pechos...-Sí, ya entiendo, todo.<strong>La</strong> muchacha sonrió, sólo un momento, con cierto aire de superioridad.-Exactamente: todo. Pero no sonría usted, te estoy hablando en serio.El señor volvió a rozarle las rodillas y le cogió una mano que Victorita dejó ir, complaciente,casi con sabiduría.-Le juro que le estoy hablando completamente en serio. Todo en usted me gusta, me imaginosu cuerpo, duro y tibio, de un color suave...El señor apretó la mano de Victorita.-No soy rico y poco puedo ofrecerle...El señor se extrañó de que Victorita no retirase la mano.-Pero lo que voy a pedirle tampoco es mucho. El señor tosió otro poquito.-Yo quisiera verla desnuda, nada más que verla. Victorita apretó la mano del señor.-Me tengo que marchar, se me hace tarde.-Tiene usted razón. Pero contésteme antes. Yo quisiera verla desnuda, le prometo no tocarla austed ni un dedo, no rozarla ni un pelo de la ropa. Mañana iré a buscarla. Yo sé que usted esLibrodot85

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