Nº 201 - Colegio de Doctores y Licenciados

E DITORIAL2009UN AÑO NECESARIAMENTE DE ESPERANZALos indicadores sobre la enseñanza española del SistemaEstatal de Indicadores de la Educación y de la OCDE, juntoa todos los demás que se puedan acopiar, estimulan el pesimismo.¿Son indicadores de fracaso escolar? Así, sinmás, no (ver sumario).La educación forma parte de la sociedad; todos sussectores son subsectores sociales y todo lo malo y todo lobueno, como no puede ser de otro modo, es compartido.¿Fracaso social y, en consecuencia, fracaso escolar?Así, sí.Parece que no hemos logrado en España el equilibrionecesario para tener unos objetivos comunes que, aunquesean mínimos, sean compartidos por una mayoría significativay supongan guía y orientación para la vida pública.Ni tampoco una clase política para la que sea evidente, primarioe incuestionable que debe trabajar por el bien de todoslos españoles. En cambio se llega al esperpento deque esa clase política se permite insultar a quienes no votanadecuadamente, según ella.Dice un compañero nuestro, profesor de Filosofía e insignereferencia actual de sentido común, que la educaciónde un niño es tarea de toda la tribu y, estando de acuerdocon él, nos explicamos el fracaso escolar que padecemos:pertenecemos a una tribu en conflicto constante, con peleasentre los clanes, aflorando egoísmos por todas partes,sin objetivos generales de tribu bien definidos y asumidos,que, además, cada vez que cambia de Jefe se destruye loanteriormente conseguido para construir todo nuevo y a sugusto…¡Pobre niño! En muchos aspectos sería mejor que la tribuno intentara transmitir su amplio sistema de contravalores.Uno de los puntos más sensibles del sistema educativo,el que de alguna manera organiza a su alrededor gran partede él e imprime carácter al conjunto, es el fin de la EnseñanzaSecundaria y, en su caso, comienzo de la Superior.Somos diferentes, y lo pagamos, al resto de los paísescultural y económicamente avanzados. Mientras en muchosde ellos la Formación Profesional es fuerte y consistentey supera con mucho en sus números a la Universitaria,nosotros tenemos una Formación Profesional que ahoraempieza a sacudir sus lastres, pero que aún no respondea las necesidades de profesionales y técnicos medios enEspaña.Nuestra Universidad sufre los males generales de la sociedady, en consecuencia, sus indicadores de calidad sondescorazonadores. Por ejemplo, los alumnos que abandonanel primer año de carrera llegan al 30%; la asistencia aclase en amplios ámbitos, según fuentes de los mismosalumnos, no pasa del 50%; la duración media de los estudiosen carreras de cinco años es de casi ocho.«La Universidad se queja» de bajo nivel de conocimientosy de formación con que le llegan los alumnos y de suimpotencia para lograr una conexión suave entre los maloshábitos de estudio adquiridos y las exigencias normalesuniversitarias. Evidentemente, se han bajado los niveles, sehan programado cursos y cursillos preparatorios, pero noes suficiente.Lo que hemos hecho con las P.A.U., Selectividad, es«encaje de bolillos», pero no ha servido para nada. Cadavez se han diseñado más sencillas, con gran carga del expediente,para complacer a alumnos y familias, y así casitodos las aprueban, pero luego la Universidad se ha tenidoque defender con las «nefastas» notas de corte, que malogranprofesionales posiblemente en número alto. Un chicoo una chica con 17 ó 18 años es frecuente que no haya llegadoa madurar y equilibrar emociones y razón y que todavíano haya encontrado espacio vital para el sacrificio queexige el estudio y que sí lo pueda hacer con algún año más.Pero no todo es autodefensa justificable de la Universidad.¿Qué sentido tiene que nos falten médicos en Españay que se mantengan las exageradas exigencias de expedientepara la admisión de alumnos? El incremento en cantidady calidad de la sanidad española necesita de muchosmás facultativos de los que se forman actualmente. ¿Quésentido tiene que permanezcan profesores alejados en supráctica docente de toda metodología coherente con lasnecesidades de aprendizaje de sus alumnos? Caso extremo,pero con más frecuencia de la debida, es el de los profesores-hueso,que presumen de serlo. Hay listas de aprobadosen las carteleras en las que ni el 1% lo son. ¡Eso síque es fracaso! Fracaso de los alumnos, en lo que les toque,pero rotundo fracaso del profesor. Habría que preguntara esos profesores que, si un mecánico que no pudieraarreglar ni un solo coche de cien, aunque llegaran al tallerpara «el arrastre», debería seguir siendo mecánico.En la encuesta de la Universidad de Otoño se ha insistidoen erradicar las notas de corte y se han sugerido tiemposiniciales selectivos en las carreras.La nueva Selectividad, que será efectiva en el 2012,mantiene presuntamente la suavidad, consecuencia de esapresión social comentada que no va a cambiar, e intentadar salida, con exámenes complementarios, a los alumnosque no pasan los cortes de expediente. «Bueno, dice unespectador escéptico y sin ganas de líos»…, pero piensaque seguirán los problemas, porque el sistema educativoespañol, como la sociedad española, necesita un cambiomucho más profundo, radicado en escalas de valores ybienes coherentes con los objetivos que se nos escapanhoy.Peor de lo que están las cosas es difícil que vayan a estar.Tengamos esperanza.Esperanza en los hombres y mujeres. En las madres ypadres y niños y adolescentes y jóvenes y viejos de la tribu,que con su compromiso de vida, lucharán para contagiar alos Jefes de la Tribu sus actitudes positivas y de esperanza.CDL ENERO 2009 / 1