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Kennedy y SchroderA pesar de que desde el comienzode la novela el lector conoce el final,la magnífica narrativa de Gaige y las“Lo que sigue es una mujer cómo han transcurrido los díasreflexiones que van apareciendo en lacrónica de mis andanzas en los que se llevó a su hija de seis años,trama invitan a continuar la lectura.con Meadow desde Meadow, de viaje, alargando el tiempoAdemás, la autora consigue de formanuestra desaparición”. que por ley le correspondía pasar conbrillante que sintamos empatía conAsí comienza la carta que Eric Kennedy la pequeña, “porque lo peor de todo esSchroder, al que en un principioescribe a su ex mujer, Laura, desde la no saber, ¿no crees? No saber es lo quecalificamos como un delincuente peropenitenciaria del condado de Albany, nos tortura”. Gaige intercala entre losque, conforme avanza la lectura, setratando de explicar por qué ha hecho capítulos en los que Kennedy narra suconvierte en un personaje fascinante quelo que ha hecho, constituyendo más que viaje día a día, capítulos con flashbackslleva al lector a cuestionarse los dilemasla crónica de un secuestro, la crónica de que nos ayudan a comprender almorales del protagonista.la vida de un hombre perturbado que personaje y que, lejos de suponer máslucha contra los fantasmas del pasado. carga argumental a la lectura y hacerlaAinhoa Rodríguez LealDicha carta da forma a la última novela algo tediosa, enriquecen la novela. Lade la escritora estadounidense Amity autora también añade capítulos que por34 Gaige (Carolina del Norte, 1972), su extensión y temática parecen relatoselegida en 2006 como uno de los cinco independientes a la trama principal,cuenta Eric Schroder —su verdadero35mejores escritores jóvenes menores pero que, sin embargo, cohesionan anombre— resulta interesante. “De haberde treinta y cinco años por la National la perfección con la historia. Kennedyaceptado una única vida, mi primeraBook Foundation. Gaige ha escrito reflexiona sobre su matrimonio y,vida, había respetado sus límites. Habríatres novelas: O my Darling (2005), The además, utiliza la carta como un mediovivido calladamente, sin apenas soñarFolder World (2007) y Schroder (2013), para su confesión: no es quien dice ser,siquiera. […] Pero, en lugar de eso,traducida al español como Las buenas Eric Kennedy es una identidad que élsoñé”. Tras desvelar su gran secreto,intenciones. En Las buenas intencionescreó cuando era un adolescente. EnKennedy —o Schroder— se abre alnos encontraremos ante el conflictorealidad, su lengua materna no era ellector de su misiva y habla sobre sude un matrimonio por la custodia deinglés, sino el alemán; y para huir de unaverdadero padre, la motivación que lesu hija, pero veremos que este asuntovida marginal decidió convertirse enlleva a realizar una investigación sobreel típico hombre americano. A la edadno es más que un marco que envuelveel silencio y las pausas (“Siempre me hade nueve años, cruzó junto a su padreotras reflexiones como la búsquedafascinado —y me ha incomodado— ella frontera que separaba la Alemaniasilencio. […] De todos los fallos de miy exploración de la identidad de unOriental del resto del mundo. Al desvelarproyecto, yo diría que el peor es que nohombre desesperado que ha perdido loesto, Gaige despierta la curiosidad delhe conseguido librarme de la sensaciónmás importante.lector de manera brillante, pues ya node soledad que me producen las pausas”)Amity Gaige, Las buenas intencionesGracias al consejo de su abogado, solo interesan las causas que llevarony, sobre todo, de su hija Meadow.Eric Kennedy decide explicar a su ex al narrador a la cárcel, todo lo queBarcelona, Ediciones Salamandra288 páginas, 18 eurosTraducción de Sonia Tapia

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