I. MEMORIA DE INFORMACIÓN - Ayuntamiento de Jaén

parroquias como San Miguel, San Lorenzo o San Juan, con el consecuente deterioro de losedificios colindantes.La ciudad del siglo XIX no se extiende ya por el Sur, donde tan sólo aparece en 1903 una nuevaedificación rodeada de una extensa zona agrícola, el Seminario Diocesano. El crecimiento sedirige por el Este al exterior de la muralla, formándose el adarve de “El Recinto” alrededor de laAlameda. Por el Norte, en cambio, cerca de la muralla, se urbanizan los alrededores de la actualplaza de la Constitución y algunas casas aparecen al Oeste fuera del Arrabalejo y Puerta deMartos. La ciudad abarcaba entonces 171 hectáreas.Hasta este momento la morfología urbana ha variado poco; las calles continuaban siendoestrechas y tortuosas, formadas por edificios irregulares y muchas de ellas no estabanempedradas. Los barrios obreros y artesanos se agrupaban en el casco antiguo y las actualescalles Martínez Molina y Maestra seguían formando la arteria principal que unía la zona antiguacon las plazas de la Audiencia y la de Santa María, continuando en los alrededores de estaúltima la zona residencial de las clases altas. El barrio de San Ildefonso acoge la zona comercial,situada entre el antiguo mercado en la Plaza de San Francisco y el nuevo, en el lugar que hoyocupa la Delegación de Hacienda. La Calle Bernabé Soriano, lugar de acceso a la ciudad,empieza a cobrar vida como alternativa a la calle Maestra Baja.Hasta principios del siglo XX parecía que la ciudad no había hecho otra cosa que agregarcaserío en torno a la antigua muralla, con grandes vacíos cubiertos con huertas, pero la realidaddemostraba que Jaén estaba transformado su imagen. Se producen una serie de hechospuntuales durante el siglo XIX que así lo confirman: el ensanche de las calles, la destrucción dehistóricas puertas para facilitar la entrada de grandes carruajes, el embellecimiento de lospaseos, la preocupación por erradicar los basureros situados dentro de la ciudad. Por otro lado,el incremento demográfico empujaba a la ciudad más allá de sus puertas.En estos cambios tiene mucho que ver el ascenso del liberalismo en el ámbito municipal, conactuaciones que tienden a “modernizar la ciudad”, reflejo de un cambio ideológico con laburguesía como protagonista.Ejemplo de ello es la política de alineación como técnica generalizada en la construcción deedificios a costa del derribo de recintos amurallados y fachadas con importancia históricoartística.No podemos dejar de referirnos a la expoliación, a principios de siglo, de conventos y obras dearte de la Guerra de la Independencia. Las operaciones militares y las exigencias de logísticacastrense, darán al traste con edificios como el Convento de San Agustín, que se transforma encuartel, el Priorato de San Benito que se arruina o incluso el Castillo que será seriamentedestrozado con modificaciones adaptadas a las necesidades francesas.Posteriormente el proceso de desamortización de Mendizábal, a partir de 1835, origina unaconsiderable merma del conjunto monumental de la ciudad.Los conventos y sus iglesias anejas corren diferentes suertes. Unos son subastados, otros sedemuelen como el Convento de los Capuchinos cuyo huerto se convierte en cementerio, el de18