óleo de la alegría y ha sido dotado del cetro de la justicia.El cielo proveerá adecuado marco, en lo que al tiempo se refiere, para contemplar su gloria.Para contemplarla tendremos necesidad de toda la eternidad en el cielo. Veremos al Padreeternamente en Él. Contemplaremos su faz y en su ojo humano leeremos el tierno y eterno amorde Dios para con nosotros. Sus labios humanos claramente nos hablarán entonces del Padre. "Lahora viene cuando ya no os hablaré <strong>por</strong> proverbios, pero claramente os anunciaré del Padre".Contemplaremos sus heridas, ya cicatrizadas, aunque un tiempo, hendidas, heridas de sus manos,pies y costado, y a través de su fulgor celestial comprenderemos su eterno odio contra el pecadoy su amor eterno que le llevó a morir <strong>por</strong> nosotros. Y quizá algunas veces nos será dado reclinarla cabeza donde Juan la reclinó.¡Ohl,sitales han de ser las santas ocupaciones del cielo, ¿quéharéis vosotros, quienes nunca aquí en la tierra habéis visto su gloria, ni en tal contemplaciónhalláis deleite?Oh, muy amados, si en tan santo ministerio habéis de gastar -digámoslo así- la eternidad,ocupaos ya ahora tanto como podáis en hacerlo así. Si así habéis de acercaros a la mesa que hayen el cielo, procurad acercaros ahora de la misma manera a la de aquí en la tierra.CUSTODIANDO LA PARTICIPACIÓN <strong>DE</strong> LA CENA <strong>DE</strong>L SEÑOR (Hechos 5:1-14).En la iglesia de Cristo ha habido hipócritas desde el principio. Ya entre los doce discípuloshubo un Judas. Y en la iglesia apostólica hubo un Ananías y Safira. Consideremos.1. Su pecado -una mentira-. Cuando el Espíritu de Dios fue derramado en la iglesia fueronhechos todos de un alma y un corazón. Los que tenían posesiones las vendieron y trajeron elprecio y lo pusieron a los pies de los apóstoles. ¡Cuán hermoso debía de ser contemplar aquelcuadro! Entre ellos también acudió uno, Ananías, que era rico. Por algún motivo humano sehabían unido a los cristianos -marido y mujer-, ambos sin Cristo. Vendió sus posesiones paraser como los demás, trajo una parte y dijo que era todo. Pretendía ser cristiano, quería aparentarque la gracia inundaba su corazón. Obrando así no mintió al hombre, mintió al Espíritu Santo.Venía a declarar que Dios había obrado un cambio en su alma, cuando en realidad no habíahabido ninguno; era todavía el antiguo Ananías.2. Su castigo. - Ambos, él y su esposa, cayeron al suelo y murieron. ¡Oh! cuán terrible esque los pecadores mueran en el acto de su pecado, con la mentira en su boca, con la blasfemiaen sus labios. Tal fue la tragedia del pobre Ananías y su esposa. En un momento, en un abrir ycerrar de ojos, se hallaron en el lugar en que serán congregados los mentirosos.3. Los efectos. - Gran temor invadió a la iglesia y a los demás. Nadie osaba juntarse a lacompañía de los apóstoles.Queridos amigos, estas cosas han sido escritas para nuestra enseñanza. ¿Hay alguien aquíhoy con un corazón lleno de mentira? ¿Hay alguien que no siendo cristiano se haga pasar comoa tal?El pan partido y el vino derramado representan el cuerpo roto y la sangre derramada deCristo. ¡ Oh, contemplarlos es suficiente para derretir el duro corazón del más inflexible pecador!Participar de aquel pan y de aquel vino es declarar pertenecer a Cristo -es declarar que le tenéis<strong>por</strong> vuestro Salvador-, es declarar que Dios ha abierto vuestro corazón para creer. En el
matrimonio, el unir las diestras significa una declaración solemne, como señal de que aceptáis ala esposa o al esposo; lo mismo significa la cena del Señor. Si no es así contigo, si Cristo no espara ti tu Salvador, entonces eres un mentiroso, entonces estás mintiendo al Espíritu Santo.Ananías con su acto pretendía declarar que el Espíritu Santo había obrado en su corazón. Ocurriótodo en un tiempo en que el Espíritu Santo había sido dado abundantemente (v. 31, 32).Probablemente ambos habían tenido algunas convicciones. Pero desde luego eran falsas, desdeluego ellos realmente no eran lo que pretendían ser; <strong>por</strong> esto se dice que "habían mentido alEspíritu Santo". Queridos amigos, el Espíritu Santo está de forma muy especial presente en estaordenanza. Está para glorificar a Cristo. Ha convertido a muchos en este lugar. Mantenerse enpecado hoy en día es mentir al Espíritu Santo. Al acercares a la mesa profesáis que os halláisbajo el ministerio revelador del Espíritu, que É1 es quien os enseña. Si no es así, estáis mintiendoal Espíritu Santo.Ahora bien: ¿conocéis vosotros que no sois de Cristo <strong>por</strong>que nunca habéis acudido a Cristo?¿habéis llegado a conocer vuestra condición de no convertidos? ¿ Y os atreveréis asentares a lamesa del Señor para tomar así de aquel pan y de aquel vino? ¡Tened cuidado los Ananías de hoyque estáis aquí!¡ No estáis mintiendo al hombre, sino a Dios!Quizá entre vosotros hay quienes son secretamente adictos a la embriaguez, a los falsosjuramentos y a la obscenidad. ¿Participaréis vosotros del pan y del vino? ¡Ananías de ahora,andad con cuidado!Quizá hay de vosotros dos, marido y mujer, que sabéis que ninguno de los dos soisconvertidos. Nunca oráis juntos y, en cambio, os ponéis de acuerdo para acudir los dos aquí.!Ananías y Safira actuales, id con cuidado!¿Hay entre vosotros alguien que, en muchos sentidos, es un perseguidor de los creyentes?Quizá hay algún padre cuyos hijos han acudido al Señor y cuyo cambio, en el fondo de sucorazón, disgusta y odia; que se opone a ellos con duras e hirientes palabras imponiéndoles suautoridad. En cambio, con una cara que simula dulzura acude a sentarse con ellos ala mismamesa. ¡ Oh hipócritas, vuestra osadía puede sumergiros en la muerte, muerte espiritual más tremendaque la física! No tome vuestra mano de tales elementos para que no perezcáis de formamás tremenda.E n cambio, amados hijos de Dios, alentaos a acudir a su santa mesa. Ha sido dispuesta para lospecadores que han acudido a Jesús. "¡Venid y comed!" Algunos de vosotros decís: "Yo no sé elcamino a su mesa". Jesús dice: "Yo soy el camino". Algunos de vosotros decís: "Yo soy ciego;yo no puedo ver mis pecados; qué difícil me es verlos, ¡oh mi Salvador!".Id y lavaos en elestanque de Siloé. Algunos de vosotros decís: "Yo estoy desnudo". Jesús dice: "Te amonesto quede mí compres vestiduras blancas para que puedas ser vestido". Estáis contaminados en vuestrapropia sangre,¿ pero no ha puesto Cristo sobre vosotros su manto de justicia?No temáis, entonces. Venid vestidos de ÉL Venid así y seréis bien recibidos.III SERVICIO <strong>DE</strong> COMUNIÓN 1 ."Mi amado es mío y yo soy suya". 1. En los brazos de mi fe Él es mío. Hubo un tiempo enque fui del mundo, frío y despreocupado de mi alma. Dios me despertó y me hizo sentir queestaba perdido. Intenté mejorarme a mí mismo, procuré enmendar mi conducta, pero hallé que1(1) E1 único boceto de este culto fue hallado en su propio escritorio, Pero sin fecha.
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