arrepentimiento, o enmienda, tendrán suficiente. "Solamente se requiere -piensan- que cambie deconducta". No llegan a comprender que todo cuanto hagan no es nada, que no tiene valor algunopara justificarles. Si comprendiesen su situación terriblemente desesperada y la absolutanecesidad de que otro les aplique sus méritos y justicia, nunca más hallarían reposo en el mundo,no volverían a él, habrían de buscar desesperadamente su salvación verdadera v no descansaríanhasta que hallasen el verdadero descanso que da Cristo.2. Fallos nunca han visto la belleza y atractivo que tiene Cristo.. - Un rayo de terror puedellevar a un hombre a caer sobre sus rodillas, pero no le llevará a Cristo.¡Ah, no! ha de ser el amorlo que impulse a las almas a Cristo. E1 hombre natural, aun en una condición de interés noencuentra belleza ni atractivo en Cristo. No se siente movido a contemplar al que traspasó consus transgresiones y llorar sobre ÉL Cuando el hombre obtiene una visión de la supremaexcelencia y dulzura de Cristo, cuando descubre el abundante perdón, paz y santidad que Élofrece, nunca vuelve atrás. Podrá hallarse en penas y tinieblas, pero abandonará la ciudad dedestrucción en que se haya para buscar a aquel a quien su alma ama. El corazón que ha tenidouna visión de Cristo queda constreñido <strong>por</strong> su amor, nunca más hallará descanso, ni llenará suvacío con otra cosa que no sea ÉL.3. EL hombre natural nunca ha tenido un corazón que odie el pecado. - Las impresiones delhombre natural son generalmente producidas <strong>por</strong> el terror. Comprende el peligro del pecado,pero no su inmundicia. Se da cuenta de que Dios es justo y verdadero, que la ley debe ser satisfecha;vislumbra también la ira de Dios que ha de venir. Ve que hay un infierno <strong>por</strong> causa de suspecados, pero no ve que sus pecados, ellos mismos, son el infierno. Y <strong>por</strong> esto sigue, sinembargo, amando el pecado; no ha cambiado de naturaleza. E1 Espíritu de Dios no habita enellos y <strong>por</strong> esto las impresiones de la Palabra de Dios son tan endebles, son como palabrasescritas sobre la arena, que pronto la leve brisa borra. Quienes son conducidos a Cristo sonllevados a comprender también lo vil e infame del pecado. No son impulsados a exclamar: "Heaquí, soy imperfecto e injusto", sino:"Ay de mí, que soy un vil y miserable". Tan pronto como elpecado aparece tan repugnante en su seno, acuden, escapan prestamente a refugiarse en la cruzde Cristo.4. EL hombre natural no cuenta con ninguna promesa de que sus impresiones le seanperdurables. - Quienes están en Cristo tienen dulces promesas. "Pondré mi temor en el corazónde ellos" (Jeremías 32:40). "Estando confiado en esto, que el que comenzó en vosotros la buenaobra la perfeccionará hasta el día de Jesucristo" (Filipenses 1:6). Pero el hombre natural no tieneinterés en estas promesas y así, en el tiempo de la tentación, sus ansiedades e inquietudes fácilmentese esfuman y desaparecen.III. LO GRAVE <strong>DE</strong> SU SITUACIÓN1. Dios se lamenta, se conduele de quienes se hallan en tal estado: "¡Oh Efraím !". Debe deser una situación realmente desgraciada cuando Dios se aflige <strong>por</strong> ella. Cuando Cristo lloró sobreJerusalén, mostró que su caso era un caso desesperado, <strong>por</strong>que aquel ojo inundado <strong>por</strong> laslágrimas tenía una visión clara de su futuro. Y de acuerdo con aquella visión breves añosdespués, aquella ciudad, amada y reverenciada, se veía convertida en un montón de ruinas.Multitudes de aquellos que vivieron en su tiempo se hallaban ya -acontecido el desastre de
Jerusalén- en el infierno y sus hijos que habían quedado vivos andaban vagabundos. CuandoCristo contemplaba y observaba a los fariseos quede rodeaban, se lamentaba y los censuraba <strong>por</strong>la dureza de sus corazones conociendo que eran un caso desesperado; no se lamentaba <strong>por</strong>que sí.Del mismo modo vosotros hoy podéis conocer de esa queja de Dios:"¡Oh Efraím!" que el casodel hombre natural, no realmente regenerado, es un caso desesperado y grave de verdad.2. Dios no dispone de ningún otro medio para despertarle. - Dios habla de una manera queexpresa su incapacidad para encontrar otra forma de actuar con el hombre para salvarlo: "¿Qué,qué haré?" Dios está como diciendo: "Decidme, sugeridme qué puedo hacer", mostrándonos asíque no tiene ningún otro sacrificio <strong>por</strong> el pecado. Vosotros habéis oído todas las verdades quepodían conduciros al despertamiento, se os han enseñado todas las verdades persuasivas yalentadoras que encierra su Palabra. Habéis estado al pie del Sinaí, y del Getsemaní y delGólgota y ahora os pregunta: "¿qué más puedo haceros?" Todas estas verdades se os han idoimprimiendo en vuestros corazones <strong>por</strong> su divina providencia cuando habéis pasado <strong>por</strong>aflicciones, o <strong>por</strong> el lecho de muerte, y también en épocas en que se ha producido algún grandespertamiento en otros que os rodean. Habéis pasado también <strong>por</strong> algún período cuando erapara vosotros diez veces más a propósito el tiempo para vuestra verdadera conversión que quizálo es ahora, y en cambio os habéis hundido más profundamente en vuestra triste condición. ¡Ah,que la siega ya ha pasado, el verano ya ha transcurrido y vosotros no habéis sido salvos! Dios nodispone, amigos, de más saetas en su aljaba, no cuenta con nuevos argumentos, no tiene otroinfierno, ni tampoco otro Cristo.3. El hombre natural no puede esperar nada bueno de sus impresiones ya pasadas. - Cuandola nube se desvanece a su contacto con la montaña y se deshace el rocío de sobre la peña, lamontaña continúa siendo tan grande como grande era antes y la roca sigue siendo igual de duraque antes. Pero amigos, cuando las impresiones de la palabra de Dios desaparecen y dejan deejercer su acción sobre e1 corazón del hombre natural, la montaña de sus pecados y culpas quedaenormemente agigantada y su duro corazón se endurece mucho más. Cuando es tal la situacióndel hombre, es bien poco probable que algún día llegue a ser salvo. Como el hierro que seendurece cuando al ser fundido rápidamente se introduce en agua fría, como la persona quehabiéndose recuperado de una enfermedad luego recae y se halla en una situación más difícil quela que tuvo durante la primera fase de su enfermedad, así es con el hombre natural una vez elEspíritu Santo deja de contender y luchar con él para salvarle.Primero: hoy vosotros sois más viejos que cualquier día pasado, y cada día que pasa esmenos probable que lleguéis a ser salvos; vuestros corazones cada día se van acostumbrando másy más a su propia manera de pensar y de sentir; vuestra rodilla hallará cada vez más difícil doblegarsedelante de Dios.Segundo: vosotros habéis ofendido el Espíritu, habéis desperdiciado vuestra o<strong>por</strong>tunidad,habéis afrentado al Espíritu Santo; las convicciones no están a vuestro alcance, no sois vosotrosquienes la podéis producir ni provocar; en tal caso acontecerá aquello de que "tendrámisericordia del que tendrá misericordia".Tercero: vosotros habéis echado fuera (aún con duros esfuerzos) las convicciones quepugnaban <strong>por</strong> entrar en vosotros. E1 párpado se cierra instintiva y rápidamente cuando algún
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