Exponen clara y bellamente el evangelio, pero no urgen a los hombres a entrar en el reino. AhoraDios dice: "Exhortad" -rogad a los hombres-, persuadid a los hombres. No solamente señalad lapuerta abierta, sino compeled a los hombres a que entren <strong>por</strong> ella. ¡Oh, seamos másmisericordiosos para con las almas, para que podamos poner nuestras manos sobre los hombres ylos guiemos con suave y dulce contacto al Señor Jesús!III. LA FORMA1. Con toda paciencia. - No hay gracia ni virtud que se necesite más que ésta en el ministeriocristiano. Radica fuertemente para con los pecadores en el mismo corazón de Dios el Padre: "Espaciente para con cada uno de nosotros, no queriendo que ninguno perezca". También abunda enel corazón del Señor Jesús. Cuán tiernamente clamó ¡Jerusalén, Jerusalén, cuántas veces quisejuntarte... y no quisiste!". Y así mismo el Espíritu Santo también la tiene en su trato con loshombres, pero ¡oh, cuánto tiempo lucha ahora, cuánto tiempo contiende con ellos! Queridoscreyentes, si no hubiese luchado mucho tiempo con nosotros, hoy seríamos como la mujer deLot, monumentos de la gracia resistida. Y ahora, los ministros han de ser también pacientes.Todos los hombres necesitamos del amor "que todo lo sufre y so<strong>por</strong>ta y es amable". A veces,cuando los pecadores son obstinados y de corazón endurecido, somos tentados a desesperar yabandonarlos, o a reprenderlos y regañarles fuertemente, como los discípulos que querían clamarque descendiese fuego del cielo. Pero, hermanos, hemos de ser de otro espíritu. La ira delhombre no obra la justicia de Dios. Necesitamos ser llenos del Espíritu de Cristo y nos harápacientes para con todos. Ese Espíritu nos hará clamar: "Cuántas veces quise".2. Con doctrina. - Algunos hombres predican "huid, huid" sin mostrar al pecador de qué tieneque huir, y también a veces predican "venid, venid" pero sin mostrar claramente el camino delperdón y de la paz. Estos hombres obran como lo haría uno que clamase corriendo alocadamente<strong>por</strong> la calle: "Fuego, fuego", pero sin decir en qué lugar se halla. En la predicación de losapóstoles observad la simple y clara declaración de la verdad precedida de una exhortaciónardorosa y patética. Esto ha sido siempre imitado <strong>por</strong> los ministros más juiciosos y que hanlogrado más verdadero éxito.Conviene que los ministros unan en sí mismos en su ministerio el carácter del querubín y eldel serafín, es decir, el ángel del conocimiento y el del celo ardiente. Si deseamos ganar almas,hemos de señalar claramente el camino del cielo en tanto clamamos: "Huid de la ira que vendrá".Creo que no podemos describir la culpabilidad del hombre, su depravación total y el gloriosoevangelio de Cristo demasiado claramente, que no podemos insistir con demasiada ansiedad a loshombres para que huyan y se zafen del lazo del diablo; siempre, siempre quedaremos cortos,nunca nos excederemos en esto. ¡Oh si los pastores reuniesen el profundo conocimiento bíblicode Edwards, la sencilla claridad de Owen y los vehementes llamamientos y exhortaciones deRichard Baxter!3. Con urgencia. - Si se quemase la casa de un vecino, ¿no clamaríamos fuertemente usandourgentes imperativos? Si algún amigo nuestro se estuviese ahogando, ¿nos avergonzaríamos deesforzarnos hasta el máximo con tal de salvarle? Y ¡ay! que las almas de nuestros vecinos estánaún ahora en su camino de perdición eterna están preparadas y a punto de hundirse en lasprofundidades de la perdición. ¡Oh!, estaremos menos prestos para salvar sus almas inmortales
de lo que lo estamos para salvar sus cuerpos? ¡Cuán ansioso estuvo Jesús en su ministeriosalvador! Cuando llegó a Jerusalén y la tuvo frente a sí, lloró sobre ella. También Pablo ¡cuándispuesto estuvo siempre! "Velad, acordándoos que <strong>por</strong> tires años de noche y de día no he cesadode amonestar con lágrimas a cada uno". También fue as! Whitefield; aquel gran predicador casinunca predicó sino deshecho en lágrimas. Hermanos, hoy en día es necesaria la misma urgencia.El infierno es ahora tan amenazador y trágico como siempre lo ha sido. Los inconversos seabalanzan hacia él irremisiblemente. Y Cristo y su perdón son tan libres y tan al alcance de todoscomo siempre. ¡Oh, cómo nos espantará y nos admirará nuestra tremenda tibíeza cuando estemosen el cielo!4. En todo tiempo. - "Nuestro Señor anduvo haciendo siempre bien": su comida y su bebidaera el hacer el bien.Así debemos ser nosotros. Satanás siempre está ocupado. No se anda con chiquitas, ni sedistrae en ceremonias: va al grano. Para él no hay días especiales en que obrar, <strong>por</strong>que todos losocupa tan plenamente como puede. La muerte también está ocupada. Los hombres mueren entanto nosotros dormimos. Mueren unos 50 cada minuto; aproximadamente uno <strong>por</strong> segundo entraal reino de los muertos. Pero también el Espíritu de Dios está ocupado. ¡Bendito sea Dios! Nosha puesto en este mundo en un tiempo en que el poderoso Espíritu Santo todavía se mueve entrelos huesos, secos. ¿Deben, pues, los ministros ser perezosos o entretenerse en cumplidos? ¡Oh,que Dios nos bautice hoy con su Santo Espíritu y con fuego, predicando y construyendo así eledificio de la Iglesia* de Cristo, hasta nuestra última hora, la hora de la muerte!CARGA AL MINISTROMi amado hermano, no hace aún muchos años desde que tú y yo jugábamos juntos ennuestros juegos infantiles Y ahora, gracias a la maravillosa providencia de Dios, se me hadesignado a mí para que presida tu ordenación como ministro de tan santo ministerio.Ciertamente su camino se halla en la mar y su senda en lo profundo de las aguas. No creas, <strong>por</strong>tanto, que yo asumo una autoridad que no tengo. No puedo en modo alguno hablarte como unpadre, sino como un hermano muy amado en el Señor. Por tanto, como a tal, recibe mis brevespalabras, recíbelas como unos consejos, dedicados a ti.1. Gracias a Dios que se dign6 ponerte en el ministerio. - "Doy gracias a Dios que me tuvo<strong>por</strong> fiel poniéndome en el ministerio" "A mí que soy menos que el más pequeño de todos lossantos". ¡Oh, hermano! Gracias a Dios <strong>por</strong>que te salvé, <strong>por</strong> haber enviado su Espíritu a tucorazón y conducídote a Cristo. Pero hoy hay una nueva ocasión y causa de gratitud con motivode haberte puesto en el ministerio. ¡Es el más grande honor que se puede alcanzar en estemundo! "Si tuviese mil vidas, diligentemente las dedicaría al mismo, y si tuviese mil hijos,gozosamente los dedicaría a tan glorioso ministerio". Ciertamente es de una responsabilidadtremenda. La eternidad de miles depende de tu fidelidad. Pero ¡ah, hermano! la gracia parasobrellevarlo ¡es tan plena! y el premio ¡tan glorioso! "Sí" decía Payson ya moribundo, "si losministros descubriesen la hermosura de Cristo, no podrían evitar el prorrumpir en aplausos degozo y exclamar: Yo soy un ministro de Cristo, soy un ministro de Cristo".Procura, pues, amado hermano, que en medio de los compungidos acentos de confesión que
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egaré en todo momento" -silenciosa
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mucho de todo esto. ¿Qué diré de
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que oran sin el Espíritu Santo. No
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hecho y ver si hemos adquirido una
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gastado toda su hacienda en médico
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este espíritu persuasivo en los pa
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