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Revista Móvil #19

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110<br />

«Los autos son<br />

más fáciles de<br />

entender que las<br />

mujeres»<br />

pancho dotto<br />

empresario / coleccionista / bon vivant<br />

OVERDRIVE GENTE MÓVIL pancho dotto<br />

por: sergio<br />

cutuli<br />

fotos: alejo pichot<br />

Nació<br />

en Paraná, Entre Ríos en el seno de<br />

una familia de clase media. A los 14<br />

años empezó a trabajar en un taller mecánico Peugeot hasta que<br />

se le cayó un 504 nuevo al intentar meterlo en una fosa para que<br />

le hicieran el service. “Se me patinó el pie del freno porque tenía<br />

la suela con grasa. Los chapistas trabajaron durante todo el fin de<br />

semana para repararlo y me agradecieron porque ganaron una fortuna,<br />

pero ese fue mi final en el taller: me dieron las gracias y me<br />

echaron”, recuerda.<br />

Tiempo después trabajó en el puerto, vendió plantas,<br />

máquinas de coser y fabricó ropa. Hijo de un padre muy estricto<br />

pero ausente, nunca se casó aunque siempre estuvo rodeado de<br />

mujeres hermosas. Quizás este último aspecto sea por el que más<br />

se lo reconozca, porque nos referimos a Pancho Dotto.<br />

“Desde chico mi pasión fueron los autos y a los 17 años<br />

me compré el primero”, rememora. “Quería tener un MG 1947, todo<br />

un aspiracional, y si no llegaba, un Jeep Willys. Terminé comprándome<br />

un Ford A 1929 Doble Phaeton en Ramallo; lo traje a Buenos<br />

Aires, alquilé un garage y yo mismo lo restauré por completo. Lo<br />

desarmé, lo pinté a pistola, le mandé a cepillar la tapa, todo para<br />

que funcionara bien...”<br />

Y hoy, a pesar de todos los autos que tuviste después, estás arrepentido<br />

de haberlo vendido...<br />

No tenía lugar y lo dejaba en la calle. Lo agarró una inundación<br />

(vivía en Belgrano) y ahí me compré una moto, una Royal Enfield<br />

1949. Pero sí, hoy me arrepiento de haber vendido tanto el Ford A<br />

como esa moto y como otros tantos autos...<br />

¿Cómo cuáles?<br />

¡Como el Chevrolet Impala 1963! Lo quise recuperar pero ya se lo<br />

habían vendido a un coleccionista brasilero que lo estaba buscando.<br />

Tengo ocho mil fotos de ese auto porque fue el primero de esta<br />

etapa de mi vida, después de los 29, en la que yo quería comprarme<br />

un convertible clásico; estaba todo el día buscando, me ponía<br />

insoportable. En realidad buscaba un Chevrolet 1951 o 1952 y un<br />

día encontré ese Impala en un aviso en el diario.<br />

Me acuerdo que antes de comprarlo se lo mostré a Clemar Bucci<br />

(N. de la R.: fallecido piloto y constructor de autos) quien con sólo<br />

escuchar el motor me dijo: “Este auto no lo podés dejar escapar”.<br />

Lo tuve y fue protagonista en todas mis primeras campañas en<br />

Punta del Este, incluso la primera nota importante que dio Valeria<br />

Mazza fue arriba de ese auto.<br />

¿Y por qué se decide vender un auto así?<br />

Por falta de espacio, en ese momento tendría unos doce autos y<br />

no me entraban en casa. Además cuando tenés varios siempre<br />

hay uno que está en restauración o en el taller, más si sos un obsesivo<br />

como yo.<br />

¿En este momento estás restaurando alguno?<br />

No, ya no voy a restaurar nunca más ningún auto, ahora estoy solucionándole<br />

un problemita a la Pagoda, pero nada más.<br />

Ahí quería llegar, a la 280 SL 1969. ¿Ese es “tu” auto?<br />

Es el auto con el que soñé desde adolescente. Conocí la Pagoda<br />

a los 17, cuando manejé la de un tipo con el trabajaba, y me enamoré;<br />

desde ese entonces pasó a ser mi amor imposible. Más allá<br />

de imaginar tener una mujer, una pareja, y alcanzar la realización<br />

personal a través del trabajo, soñaba con tener una Pagoda. Y después<br />

de muchos años de laburar desenfrenadamente, lo pude concretar,<br />

hace ya 13 años.

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