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del aprendizaje

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Dubet señala que el origen <strong>del</strong> formato de la organización<br />

de las escuelas está en la iglesia que inventó unas formas,<br />

un dispositivo simbólico y un tipo de trabajo educativo que<br />

denomina programa institucional.<br />

Los sistemas escolares fueron sumamente exitosos,<br />

como lo evidencia la eficacia con que se transmitió<br />

este nuevo mo<strong>del</strong>o mental a toda la sociedad, de<br />

modo tal que la comprensión racional de la naturaleza<br />

pasó a formar parte <strong>del</strong> sentido común de toda la<br />

población. A diferencia <strong>del</strong> súbdito de la edad media,<br />

los ciudadanos de la modernidad son personas con<br />

derechos, con capacidad de hacer opciones, y que<br />

interpretan el mundo desde una comprensión racional<br />

de su funcionamiento. Pero esta tarea fue realizada<br />

desde la escuela con una particularidad: se desarrolló<br />

un mecanismo denominado de transposición que<br />

transmitió las verdades de la ciencia pero no los<br />

procedimientos de su elaboración. En esta negación<br />

<strong>del</strong> pensamiento medieval, la ciencia se instaló como<br />

el nuevo dios, para lo que colaboró la transformación<br />

<strong>del</strong> conocimiento científico en un conocimiento de fe,<br />

y el formato sagrado que se dio a la escuela (Dubet,<br />

2010).<br />

Dubet señala que el origen <strong>del</strong> formato de la<br />

organización de las escuelas está en la iglesia que<br />

inventó unas formas, un dispositivo simbólico y un<br />

tipo de trabajo educativo que denomina programa<br />

institucional 11 . “El primer elemento <strong>del</strong> programa<br />

institucional reside en su identificación con un conjunto<br />

de principios y valores concebidos como sagrados.<br />

Sagrado significa, en este contexto, que estos valores<br />

se consideran como si estuvieran situados fuera<br />

<strong>del</strong> mundo, más allá <strong>del</strong> alcance de la sociedad e<br />

incuestionables en el marco de la institución” (Dubet,<br />

2010: 17). Entonces, la ciencia llega a la sociedad a<br />

través de la escuela pero no con las características<br />

<strong>del</strong> conocimiento científico sino con las de la fe. “La<br />

escuela afirma el carácter ‘sagrado’, innegociable, de<br />

un conjunto de valores concebidos como un a priori,<br />

como son los de la razón, la nación, el progreso y<br />

la ciencia, […] cuya negación genera escándalo. […]<br />

“De la misma manera que la escuela religiosa se<br />

proponía elevar a los alumnos hasta los altares de<br />

Dios, la republicana pretendió impulsarlos hasta las<br />

cimas de la Razón y la Cultura.[…] En el programa<br />

institucional la principal virtud de los maestros radica<br />

en su vocación, en el hecho de que ellos creen en los<br />

principios de la institución y además, los encarnan, tal<br />

como […] el sacerdote.” (Dubet 2010:17).<br />

Este programa institucional abarca también una<br />

modificación <strong>del</strong> conocimiento a transmitir, que se<br />

ha dado en llamar transposición didáctica. Chevallard<br />

(1991) explica que el saber sabio, el saber de la elite,<br />

para su difusión debe ser modificado de manera<br />

que resulte comprensible y accesible a la sociedad<br />

donde se trasmite. Se opera, pues, la transformación<br />

11 “La palabra programa debe ser entendida en su sentido informático, el de una estructura estable de la información pero cuyos contenidos<br />

pueden variar de manera infinita. Este programa es ampliamente independiente de su contenido cultural y puede ser definido por cuatro grandes<br />

características independientes de las ideologías escolares que se transmiten. De este modo, las escuelas religiosas, las escuelas republicanas<br />

francesas o chilenas, como la escuela soviética han compartido el mismo programa.” (Dubet, 2003:2).<br />

La naturaleza <strong>del</strong> <strong>aprendizaje</strong>: Usando la investigación para inspirar la práctica 257

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