VE-26 OCTUBRE 2016
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Un día de septiembre<br />
«La luz mágica de la tarde una silueta de tonos imprecisos»<br />
El blanco vestido y un traje marrón tabaco por un camino de<br />
arena. Atardecía en el mar, azafrán y canela, con aromas de jazmín<br />
del mes de septiembre. En aquel coche de blanco satén paseaban el<br />
amor. Ellos dos. El filtro de la noche dejó pasar luces de todos los<br />
colores en el caleidoscopio de un ático con dos terrazas que miraba al<br />
sur.<br />
En el despertar de los días, ricos afectos con pan tierno y en un<br />
vaso de cristal sobre la mesita de té, margaritas. Aquellas paredes<br />
guardaban los te quiero entre los libros. Y los que quedaron escritos<br />
con buena letra de carmín, sobre el espejo redondo del tocador.<br />
De imágenes tranquilas, arreboladas por la ilusión y por las<br />
caricias de la juventud. La pasión vestida de desnudez se paseaba por<br />
la tarima flotante cuando los rayos de sol traspasaban la escena,<br />
siempre por el norte.<br />
Y los sonidos vibraban clásicos entre las paredes cándidas de la<br />
casa, aquella casa del bienestar. Tardes de luz mágica, cada una con<br />
sus tonos, indefinidos. Muy apreciados.<br />
Y en la gran urbe de la libertad, de los grandes paseos, de los<br />
grandes parques, la hojarasca servía de manto para retozar. Y, las<br />
ventanas abiertas de par en par con las puertas entornadas de íntimo<br />
acuerdo. Cada vez que leo este verso, evoca en mí aquel mes de<br />
septiembre. Han pasado muchos días, muchos años. Yo, todavía lo<br />
recuerdo… ¿Y tú, recuerdas?<br />
Carmen Martínez Marín (Murcia)<br />
http://aymaricarmen.blogspot.com/<br />
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