VE-26 OCTUBRE 2016
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Me estoy quitando<br />
Consulté al médico de cabecera, al cardiólogo, a la almohada, a<br />
los tíos que tomaban cañas en el bar, a un vejete que pasaba y al<br />
horóscopo; consternado por un mundo que se desmoronaba a mi<br />
alrededor sin que yo pudiera recoger un solo pedazo entre los dedos<br />
rotos de escarbar en el optimismo.<br />
Lo primero que hice fue quitarme del Telediario, lleno de<br />
miserias y tormentos, de injusticias, hambre, esperanzas rotas y<br />
ladrones de verbo elocuente. Conseguí dormir mejor, al menos<br />
durante una semana.<br />
Lo siguiente que dejé fue Facebook y, después, Twitter. Constaté<br />
que quitarme del Telediario servía de poco si me bombardeaban con<br />
gifs y memes de políticos, refugiados y osos polares nadando sin<br />
rumbo en un océano cada vez más cálido. ¿Adónde habían ido a parar<br />
las fotos de adorables gatitos?<br />
Dejé los cómics de Mafalda, aún más demoledores que cualquier<br />
periódico, con su existencialismo sin respuesta y su negatividad<br />
lacerante.<br />
Me aparté de las tertulias cafeteras porque odiaba el fútbol, los<br />
toros y los debates sobre el estado de la nación; ya no digamos los<br />
exabruptos sobre lo prieto de las nalgas de la camarera.<br />
Abandoné la novela histórica por sus inevitables vaticinios. No<br />
nos engañemos, la historia de la humanidad es circular y no quería<br />
pensar en los errores que se pondrían de moda la siguiente<br />
temporada.<br />
Por último la dejé a ella, al amor de mi vida, porque me dolía<br />
saber que no podría salvarla de la incertidumbre.<br />
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