Literatura
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Sartre, Che Guevara, Armando Hart y Fidel Castro<br />
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entrenados por la CIA pero fueron derrotados en Playa Girón. Ese año, Castro decretó<br />
el contenido marxista-leninista de la Revolución y comenzaron las presiones<br />
pero también las adhesiones. A lo largo de los sesenta, al calor de una radicalización<br />
progresista del mundo, Cuba y los escritores latinoamericanos se colocaron<br />
en el primer plano. En 1968, el mundo se dio un frentazo: ganó Richard Nixon<br />
las elecciones en EU, asesinaron a Robert Kennedy y al luchador negro y tanques<br />
de la Unión Soviética invadieron la ciudad de Praga para romper de cuajo con la<br />
experiencia de socialismo democrático de Alexander Dubcek.<br />
El verdadero boom —o estallamiento— de la literatura latinoamericana ocurrió<br />
en 1963 y duró hasta 1967. En esos cinco años aparecieron las mejores novelas.<br />
En 1963 circularon La ciudad y los perros, de Mario Vargas Llosa; Rayuela,<br />
de Julio Cortázar; Los albañiles, de Vicente Leñero. Carlos Fuentes había sorprendido<br />
con La región más transparente en 1958, con La muerte de Artemio<br />
Cruz y Aura en 1962, por lo que se consideraba de otro ciclo literario, aunque por<br />
afinidad de edad y de amistad se metió en el grupo del boom. Su novela Cambio<br />
de piel que generó elogios y críticas se publicó en 1967, el mismo año en que<br />
circuló Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez.<br />
Al boom pertenecen, en el lustro de la irrupción, La casa verde y Conversación<br />
en la catedral de Vargas Llosa; 62, modelo para armar, de Cortázar; Tres tristes<br />
tigres de Guillermo Cabrera Infante en 1969; Paradiso, de José Lezama Lima, una<br />
novela maravillosa aunque fuera de los marcos de referencia del boom, aunque el<br />
autor cercano a los escritores latinoamericanos; El astillero y Juntacadáveres, de<br />
Juan Carlos Onetti; y De dónde son los cantantes, del cubano Severo Sarduy. Estas<br />
novelas llevaban una propuesta de estilo, de estructura y de registro de la realidad de<br />
la región. De todas ellas, sólo dos hablaban de Cuba y no precisamente con elogios<br />
aunque sí de los tiempos anteriores al castrismo: Cabrera Infante, que había partici-